«El abismo secreto»: Una promesa cinematográfica que se desvanece en las profundidades

Imagina una pelí­cu­la que mez­cla cien­cia fic­ción, mis­te­rio y acción en un esce­na­rio tan intri­gan­te como un cañón ultra­se­cre­to. Ahora aña­de a dos agen­tes de éli­te inter­pre­ta­dos por estre­llas en ascen­so como Anya Taylor-Joy y Miles Teller. Suena pro­me­te­dor, ¿ver­dad? Lamentablemente, «El abis­mo secre­to» es un cla­ro ejem­plo de cómo una pre­mi­sa fas­ci­nan­te pue­de diluir­se en una eje­cu­ción poco ins­pi­ra­da.

Un concepto atractivo con desarrollo deficiente

La tra­ma nos pre­sen­ta a Drasa (Anya Taylor-Joy) y Levi (Miles Teller), dos fran­co­ti­ra­do­res excep­cio­na­les asig­na­dos a torres de vigi­lan­cia en lados opues­tos de un mis­te­rio­so cañón. Su misión: pro­te­ger al mun­do de una ame­na­za des­co­no­ci­da que ace­cha en las pro­fun­di­da­des. Este esce­na­rio, remi­nis­cen­te de obras como «La nie­bla» de Stephen King, pro­me­te ten­sión y horror cós­mi­co.

Sin embar­go, el guion de Zach Dean opta por un camino menos intere­san­te. En lugar de explo­rar el terror laten­te y el mis­te­rio del abis­mo, la pelí­cu­la se enfo­ca en desa­rro­llar un roman­ce for­za­do entre los pro­ta­go­nis­tas. Lo que podría haber sido una explo­ra­ción fas­ci­nan­te de lo des­co­no­ci­do se con­vier­te en una his­to­ria de amor poco con­vin­cen­te con un telón de fon­do de cien­cia fic­ción.

Desperdicio de talento

El repar­to es, sin duda, uno de los pun­tos fuer­tes de la pelí­cu­la. Anya Taylor-Joy demues­tra una vez más su ver­sa­ti­li­dad, sal­van­do esce­nas que de otro modo serían olvi­da­bles. Miles Teller, por su par­te, hace lo que pue­de con un per­so­na­je poco desa­rro­lla­do. La inclu­sión de Sigourney Weaver como la enig­má­ti­ca Bartholomew aña­de un toque de dis­tin­ción, pero su talen­to que­da des­apro­ve­cha­do en un papel secun­da­rio.

Oportunidades perdidas

La pelí­cu­la se divi­de cla­ra­men­te en dos actos. El pri­me­ro esta­ble­ce la pre­mi­sa y los per­so­na­jes, mien­tras que el segun­do se pre­ci­pi­ta en una acción fre­né­ti­ca que pare­ce más pro­pia de un video­jue­go que de una narra­ti­va cohe­ren­te. Esta estruc­tu­ra des­equi­li­bra­da hace que el mis­te­rio cen­tral se resuel­va pre­ma­tu­ra­men­te, dejan­do al espec­ta­dor con más pre­gun­tas que res­pues­tas y un final anti­cli­max.

Un abismo de potencial desperdiciado

«El abis­mo secre­to» es una lec­ción sobre cómo no desa­rro­llar una idea pro­me­te­do­ra. A pesar de con­tar con un elen­co talen­to­so y una pre­mi­sa intri­gan­te, la pelí­cu­la se pier­de en su inten­to de ser dema­sia­das cosas a la vez: thri­ller de cien­cia fic­ción, his­to­ria de amor y pelí­cu­la de acción. El resul­ta­do es una expe­rien­cia cine­ma­to­grá­fi­ca que, iró­ni­ca­men­te, cae en su pro­pio abis­mo de medio­cri­dad.