No hay nada peor que sentarse frente a una película de acción esperando explosiones, peleas memorables y personajes con carisma, y acabar deseando que el villano gane solo para que la tortura termine antes. «A Working Man», la última propuesta de Amazon Prime Video, es exactamente eso: una colección de errores encadenados que ni Jason Statham ni Sylvester Stallone logran salvar, por mucho que ambos nos caigan bien. Aquí no hay redención posible, solo un naufragio épico en cada departamento, desde el guion hasta la dirección, pasando por unos escenarios que parecen sacados de un catálogo de decorados de saldo.
La premisa es tan vieja como el propio género: Levon Cade, exmarine británico reciclado a currante de la construcción, se ve obligado a volver a las andadas cuando la hija de su jefe es secuestrada por una mafia rusa de saldo. Statham, que suele ser garantía de mamporros y ceño fruncido, aquí parece estar en piloto automático, como si supiera que ni con tres cafés y dos dobles de whisky iba a poder levantar este muerto. Stallone, por su parte, firma un guion que haría sonrojar a cualquier becario de Hollywood: diálogos de cartón piedra, villanos de opereta y motivaciones tan profundas como un charco tras la lluvia.
La dirección de David Ayer, que en otros tiempos supo imprimir cierta energía a sus películas, aquí se pierde en una maraña de planos mal iluminados y un montaje que haría palidecer a cualquier editor de vídeos de bodas. Las escenas de acción, que deberían ser el alma de la película, son un festival de cortes abruptos, cámara temblorosa y peleas que no transmiten ni tensión ni espectacularidad. Si buscabas adrenalina, aquí solo encontrarás bostezos y la incómoda sensación de estar viendo una parodia involuntaria del género.
Por si fuera poco, los actores secundarios parecen haber sido elegidos en un casting exprés en el bar de la esquina. Los villanos, con acentos rusos tan sobreactuados que rozan el ridículo, no generan ni miedo ni respeto. Más bien dan ganas de invitarles a un karaoke para ver si al menos allí logran destacar. Los escenarios, supuestamente ambientados en Chicago, son una sucesión de clichés urbanos sin alma ni coherencia geográfica: un plano de la skyline aquí, una persecución por un suburbio allá, y de repente, ¡zas!, estamos en un bosque digno de película de serie B. La película no solo carece de sentido de lugar, sino que parece rodada en un limbo donde la lógica y la continuidad han sido desterradas.
El guion es un despropósito mayúsculo. Stallone parece haber volcado en el papel todas las ideas que se le ocurrieron en una tarde de resaca: exsoldados traumatizados, mafias rusas genéricas, secuestros sin emoción, y un protagonista que, en teoría, debería ser un hombre corriente pero que acaba siendo una caricatura sin matices. Las subtramas familiares, que en otras manos podrían haber aportado algo de humanidad, aquí solo sirven para alargar la agonía y distraer de lo poco que funciona. El resultado es una historia tan enrevesada como insustancial, donde ningún personaje importa y los giros de guion se ven venir desde el minuto uno.
Stantham no sabe si tirar la granada o comérsela para acabar con el sufrimiento de semejante bodrio…
La acción, ese supuesto salvavidas, es el mayor naufragio de todos. Los combates cuerpo a cuerpo, que deberían ser el sello de Statham, están editados con tal torpeza que cuesta seguir quién golpea a quién. La violencia, lejos de ser creativa o impactante, resulta repetitiva y carente de energía. Ni siquiera los efectos especiales logran aportar algo de emoción: explosiones de saldo, disparos sin fuerza y una banda sonora que intenta, sin éxito, insuflar vida a una película ya moribunda. El clímax, que debería ser el momento de redención, es tan oscuro y mal rodado que uno acaba mirando el reloj, deseando que la pesadilla termine de una vez.
Si hablamos de los personajes secundarios, la cosa no mejora. Michael Peña y David Harbour aparecen y desaparecen sin dejar huella, como si ni ellos mismos supieran qué pintan en la historia. Los villanos, caricaturescos hasta el extremo, parecen sacados de una parodia de «Rocky & Bullwinkle» más que de una película de acción seria. El resultado es un desfile de clichés y sobreactuaciones que no aportan nada, más allá de algún que otro momento involuntariamente cómico.
La ambientación es otro de los grandes fracasos. La película presume de estar ambientada en Chicago, pero la ciudad nunca cobra vida. Los escenarios son genéricos, sin personalidad ni atmósfera, y el abuso de planos de la skyline acaba resultando cansino. Las transiciones entre localizaciones carecen de lógica, y uno tiene la sensación de que los personajes se teletransportan de un sitio a otro sin que importe demasiado el cómo ni el porqué. Todo esto contribuye a una sensación constante de desconexión, como si la película estuviera improvisada sobre la marcha.
La dirección de Ayer, lejos de aportar coherencia o ritmo, se limita a encadenar escenas sin alma ni tensión. El montaje es caótico, la iluminación es tan pobre que en ocasiones cuesta distinguir qué está ocurriendo en pantalla, y la cámara temblorosa solo añade confusión. La película intenta compensar su falta de ideas con violencia gratuita y frases lapidarias, pero ni siquiera en eso logra destacar. El resultado es una experiencia visualmente desagradable, que solo consigue aumentar la frustración del espectador.
En cuanto a Statham, poco se le puede reprochar. Hace lo que puede con el material que le han dado, pero ni su carisma ni su pericia en las escenas de acción logran salvar el conjunto. Su acento, normalmente inconfundible, aquí se convierte en un experimento fallido que desconcierta más que otra cosa. Es como si el propio actor supiera que está atrapado en un proyecto sin rumbo, y se limitara a cumplir el expediente sin demasiado entusiasmo.
Michael Peña pensando en que habrá hecho para merecer esto…
El guion de Stallone es, probablemente, el mayor lastre de la película. Todo suena a déjà vu, a ideas recicladas y personajes planos. Las motivaciones de los villanos son inexistentes, los diálogos son forzados y las situaciones resultan tan inverosímiles que cuesta tomarse en serio nada de lo que ocurre en pantalla. Ni siquiera los intentos de humor funcionan, y las pocas subtramas familiares solo sirven para añadir minutos innecesarios a una película que ya de por sí se hace interminable.
En resumen, «A Working Man» es un desastre de principio a fin. Ni la acción, ni los actores, ni los escenarios, ni el guion logran estar a la altura. Es una película que solo puede recomendarse a los completistas de Statham o a quienes disfruten con los desastres cinematográficos. El resto haría bien en buscar otra cosa que ver, porque aquí solo encontrarán decepción, aburrimiento y la incómoda sensación de haber perdido dos horas de su vida que jamás recuperarán.
En un rincón olvidado de la historia musical yace un solo de batería de seis segundos que se convirtió en el ADN de miles de canciones. Este fragmento, conocido como el Amen Break, no solo redefine lo que significa la creatividad en la era digital, sino que también expone las paradojas de un sistema que venera el arte pero olvida a sus creadores. Desde el hip-hop callejero hasta las pistas de baile electrónicas, este ritmo ha sido pirateado, glorificado y mitificado, todo mientras su autor original moría en el anonimato.
El origen, un accidente musical con sello gospel
Todo comenzó en 1969, cuando The Winstons, una banda de soul liderada por Richard Lewis Spencer, grabó «Color Him Father», un tema que ganó un Grammy y vendió un millón de copias. Pero la historia no está del lado A del vinilo, sino en la cara B: «Amen, Brother», una versión funk de un himno góspel. A los 1:26 minutos, los instrumentos callan y el baterista Gregory Coleman ejecuta un solo de cuatro compases. No era complejo —un redoble de snare, un golpe de kick—, pero su cadencia orgánica y la textura cruda de la grabación lo hicieron único.
La banda, una mezcla racial inusual para la época, se disolvió en 1970 sin imaginar que aquel break sería su legado. Coleman, formado en la Iglesia Bautista, tocaba con la intensidad de quien vive la música, no la ejecuta. Irónicamente, su contribución más duradera fue un «relleno» compuesto en 20 minutos. Mientras «Color Him Father» sonaba en la radio, «Amen, Brother» dormía en los archivos, hasta que una década después, el DJ Breakbeat Lou lo rescató para su compilación Ultimate Breaks and Beats9.
La revolución, de Compton a las raves de Londres
En los años 80, el hip-hop descubrió el poder del sampleo. Productores como Dr. Dre lo usaron en «Straight Outta Compton» de N.W.A., distorsionando el break para darle un aire amenazante. Pero fue en el Reino Unido donde el Amen Break mutó: los productores de jungle y drum and bass lo aceleraron a 160 BPM, lo cortaron en mil pedazos y lo reconstruyeron con bajos sísmicos. Artistas como Goldie en «Inner City Life» o LTJ Bukem lo convirtieron en el corazón de un género que celebraba la velocidad y la rebelión.
¿Por qué este break y no otro? La respuesta está en su flexibilidad. Los seis segundos originales —sin melodías que interfirieran— eran un lienzo en blanco. Los transientes afilados del snare permitían aplicar efectos sin perder claridad, y la irregularidad rítmica (como el snare retrasado en el tercer compás) daba un toque humano imposible de replicar con máquinas. Desde Skrillex hasta Tyler, the Creator, todos encontraron en él una base para expresar caos o belleza.
Hoy el Amen Break trasciende géneros: está en el pop melancólico de Lana Del Rey, en el metal industrial de Slipknot, e incluso en la banda sonora de Futurama. Es un fenómeno global, pero también íntimo: en 2011, DJ Shadow confesó que usó el break en 21 temas de su álbum Endtroducing… porque era «como conversar con un viejo amigo».
La deuda impagable, ética en la era del sampleo
La paradoja del Amen Break es que su éxito no benefició a sus creadores. The Winstons nunca recibieron regalías: los derechos de «Amen, Brother» pertenecían al sello Metromedia, y cuando Spencer supo del sampleo masivo en 1996, ya era tarde para demandar. Coleman, por su parte, murió en 2006 sin hogar y sin saber que su solo sonaba en estadios y festivales. En 2015, DJs británicos recaudaron £24,000 para Spencer vía GoFundMe, un gesto bienintencionado pero que evidenció las grietas del sistema.
Este caso abre debates incómodos: ¿es el sampleo un homenaje o un roto? Cuando Bad Bunny usó un sample sin licencia en «Safaera», Spotify lo retiró temporalmente, pero ¿cuántos artistas indie no tienen recursos para reclamar? La ley de derechos de autor —diseñada para un mundo analógico— lucha por seguir el ritmo de la creatividad digital. Mientras, el Amen Break sigue vivo, sampleado más de 5,000 veces según WhoSampled, un fantasma que repite su historia en cada nueva canción.
Referencias
Spencer, R. L. (1969). Color Him Father [Grabación musical]. Metromedia Records. El sencillo ganador del Grammy que escondía el Amen Break en su cara B.
WhoSampled. (2020). Amen, Brother. https://www.whosampled.com Base de datos que rastrea más de 5,000 usos del break.
Sopitas.com. (2025). La curiosa y triste historia del sample más usado. Reportaje detallado sobre el impacto cultural y las controversias legales.
RTVE. (2020). The Winstons, “Amen, brother”. https://www.rtve.es Análisis histórico-musical del tema y su legado.
Wikipedia. (2024). Amen Break. https://es.wikipedia.org Entrada enciclopédica con datos técnicos y cronología.
En agosto de 2022, Rubén Sánchez y Sierra Jacobs tomaron una decisión que cambiaría sus vidas para siempre: abandonaron la comodidad de un hogar tradicional para embarcarse en una aventura sin fecha de retorno. Con su furgoneta camper Mercedes Sprinter 4×4 convertida en hogar y su fiel compañero canino Casimiro, esta pareja de aventureros salió desde el pequeño pueblo leonés de Prioro para recorrer el mundo, documentando los paisajes más espectaculares del planeta a través de su proyecto Wild Earth Expedition. A día de hoy, más de 60.000 kilómetros después, su viaje continúa y su experiencia nos demuestra que hay otras formas de vivir, más conectadas con la naturaleza y alejadas del consumismo imperante en nuestra sociedad.
Lo que comenzó como un sueño compartido por dos amantes de la naturaleza y los viajes, se ha convertido en un estilo de vida que ya lleva casi tres años en marcha. Rubén, fotógrafo y videógrafo especializado en paisajes y viajes, y Sierra, videógrafa, traductora e intérprete, encontraron en su pasión común el motor perfecto para dar un giro a sus vidas. «Cuando vives esta vida “pirata” te atrapa», confesaba Rubén en una entrevista, destacando una de las primeras revelaciones que descubrieron en su camino: «Lo primero de lo que te das cuenta es que necesitas muy poco para vivir, nos resulta más barata este tipo de vida, gastamos menos al mes que en un piso en España». Su aventura nos enseña que el verdadero lujo no está en lo material, sino en la libertad de poder contemplar los amaneceres más espectaculares desde la ventana de tu hogar rodante.
@ Rubén Sánchez
Un hogar de 6 metros cuadrados sobre ruedas
¿Te imaginas compartir menos de seis metros cuadrados con tu pareja y un perro durante años? Esta es la realidad cotidiana de Rubén y Sierra, quienes han convertido una furgoneta Mercedes Sprinter 4×4 en su hogar itinerante. Un espacio equivalente al tamaño de una plaza de aparcamiento que, lejos de ser una limitación, ha sido el catalizador de una profunda transformación en su forma de entender las relaciones y la convivencia. En noviembre de 2024, ambos compartieron su experiencia en una charla TEDx titulada «El amor en 6 metros cuadrados», donde revelaron los secretos para mantener una relación sana en un espacio tan reducido.
La adaptación a este estilo de vida no fue inmediata. Pasar de un hogar tradicional a un espacio donde cada centímetro cuenta requiere un proceso de desapego material y una reorganización completa de prioridades. Los armarios limitados obligan a conservar solo lo imprescindible, convirtiendo el minimalismo no en una elección estética, sino en una necesidad práctica. El baño se reduce a lo esencial, la cocina debe ser funcional pero compacta, y la cama se transforma en sofá durante el día para optimizar el espacio habitable. Este ejercicio constante de adaptación y flexibilidad trasciende lo físico para influir también en lo emocional y relacional.
La convivencia en un espacio tan reducido actúa como una especie de lupa que magnifica tanto lo mejor como lo peor de cada uno. No hay espacio para esconderse tras las discusiones, no existe la posibilidad de retirarse a otra habitación para enfriarse tras un desacuerdo. Esto ha obligado a la pareja a desarrollar herramientas de comunicación mucho más eficientes y a resolver los conflictos de manera inmediata y constructiva. En seis metros cuadrados, o aprendes a perdonar rápido o la convivencia se vuelve insoportable. Esta limitación espacial ha fortalecido paradójicamente su vínculo emocional, como puede apreciarse en sus documentales sobre la vida en furgoneta.
El día a día en la furgoneta tiene sus propios ritmos. Las mañanas suelen comenzar temprano, especialmente cuando el objetivo es capturar la luz dorada del amanecer en algún paisaje remoto. La búsqueda de lugares para pernoctar, la gestión del agua potable, la recarga de baterías para sus equipos electrónicos y la organización de las rutas forman parte de una nueva rutina que nada tiene que ver con la vida sedentaria. Casimiro, el perro que rescataron de una protectora y que ahora viaja con ellos, ha añadido un elemento adicional a la ecuación, pero también ha sido un compañero leal que proporciona seguridad y afecto en los momentos más solitarios de la travesía.
El presupuesto mensual se ha simplificado considerablemente. Según han compartido en sus videos, sus gastos principales se reducen a combustible y alimentación. «Solo gastas, si quieres, en comida y combustible. Con unos ingresos mínimos y si puedes trabajar online, puedes viajar indefinidamente», comentaba Rubén en una entrevista6. La ausencia de hipotecas, alquileres o facturas domésticas tradicionales libera una parte importante de los recursos que antes destinaban a mantener un estilo de vida estático. Esto no significa que no existan gastos importantes: el mantenimiento de la furgoneta en perfecto estado es crucial cuando tu casa y tu medio de transporte son el mismo vehículo, y las reparaciones en países lejanos pueden ser un quebradero de cabeza tanto logístico como económico.
@ Rubén Sánchez
Wild Earth Expedition, la aventura de fotografiar el mundo
Wild Earth Expedition no es solo un viaje; es un proyecto vital y profesional con objetivos ambiciosos. A través de su canal de YouTube «Ruben Earth» y sus redes sociales, documentan no solo los paisajes más espectaculares del planeta, sino también las vivencias, desafíos y aprendizajes que surgen cuando se abraza por completo una vida nómada. Sus episodios semanales en formato documental combinan impresionantes tomas paisajísticas con reflexiones personales sobre la libertad, la sostenibilidad y la conexión con la naturaleza.
Desde que iniciaron su travesía, han completado varias etapas que les han llevado por territorios diversos: Islas Canarias (2022−2023), el Ártico Noruego y Escandinavia (2023), Georgia (2023) y una ambiciosa ruta por Asia Central que incluyó Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán durante 2024. Cada uno de estos destinos les ha enfrentado a condiciones extremas, desde temperaturas árticas hasta desiertos inhóspitos, poniendo a prueba tanto su resistencia física como la de su furgoneta adaptada.
El Ártico Noruego les regaló uno de esos momentos mágicos que compensan cualquier dificultad: la primera visión de una aurora boreal en pleno mes de agosto, un fenómeno tan inesperado como sobrecogedor que captaron en sus cámaras. En Rusia, intentaron alcanzar el monte Elbrus, la montaña más alta de Europa, pero diversos contratiempos, incluido un intento de soborno policial y condiciones meteorológicas adversas, modificaron sus planes. Estas situaciones imprevistas son parte inherente de la vida en la carretera, y la capacidad de adaptación se convierte en una habilidad esencial para quien decide abrazar este estilo de vida.
La fotografía y la videografía son mucho más que herramientas de trabajo para ambos; son su forma de interpretar y compartir el mundo. Rubén, con más de 15 años de experiencia fotografiando y filmando paisajes para diferentes medios de comunicación internacionales, ha desarrollado un estilo propio que busca capturar no solo la belleza superficial de los lugares, sino su esencia y la emoción que transmiten. Durante los dos años de la pandemia, cuando se encontraban confinados en el pueblo leonés de los abuelos de Rubén, llevó a cabo el proyecto «La luz de las montañas», explorando los paisajes de la montaña oriental de León y centrándose especialmente en los amaneceres y atardeceres invernales, buscando las luces más espectaculares que ofrece ese entorno montañoso. Este trabajo culminó en una exposición que recorrió varios pueblos de la montaña leonesa durante el verano de 2022, justo antes de iniciar su gran aventura.
Sierra aporta al proyecto no solo su talento como videógrafa, sino también sus habilidades como traductora e intérprete, fundamentales para navegar por territorios donde la comunicación puede convertirse en un desafío. Su enfoque complementario permite que Wild Earth Expedition pueda llegar a una audiencia internacional, con contenido disponible tanto en español como en inglés. El canal en inglés «@sierraintothewild» amplía el alcance de su trabajo más allá del público hispanohablante, conectando con amantes de la naturaleza y los viajes de todo el mundo.
La convivencia con las diferentes culturas y el respeto por los entornos naturales son valores fundamentales en su proyecto. En sus documentales, no solo muestran la belleza de los paisajes, sino que contextualizan las problemáticas ambientales y sociales de las regiones que visitan, promoviendo un turismo consciente y responsable. Su propio estilo de vida, reduciendo al mínimo su huella ecológica y priorizando la conexión con la naturaleza sobre el consumo, es en sí mismo un mensaje poderoso en tiempos de crisis climática y sobreexplotación de recursos.
@ Rubén Sánchez
El futuro en el horizonte, próximos destinos y proyectos
Con América del Sur en el horizonte para 2025, Rubén y Sierra se preparan para explorar los paisajes de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Esta etapa representa un salto cualitativo en su proyecto, no solo por la distancia geográfica y cultural respecto a sus exploraciones previas, sino por los desafíos logísticos que implica transportar su hogar rodante a otro continente. Los Andes, el Altiplano boliviano, la Patagonia o el desierto de Atacama prometen ser escenarios espectaculares para sus objetivos fotográficos, pero también pondrán a prueba su adaptabilidad ante condiciones extremas y terrenos difíciles.
El proyecto Wild Earth Expedition continúa evolucionando no solo en términos geográficos sino también conceptuales. Lo que comenzó como un viaje de exploración fotográfica se ha transformado en una plataforma de reflexión sobre estilos de vida alternativos, sostenibilidad y la búsqueda de un equilibrio más armónico con nuestro entorno. A través de su Patreon y otras vías de colaboración, han conseguido que su proyecto sea autosostenible económicamente, demostrando que es posible convertir una pasión en un medio de vida sin renunciar a los valores personales.
Para Rubén, este proyecto representa la culminación de años de especialización en fotografía de viajes y paisajes. Sus imágenes no solo documentan lugares de extraordinaria belleza, sino que transmiten emociones y narrativas que invitan al espectador a reflexionar sobre su propia relación con la naturaleza. La posibilidad de dedicar días, e incluso semanas, a la espera de las condiciones lumínicas ideales para una sola fotografía es un lujo que solo permite este estilo de vida nómada, y que se refleja en la calidad de su trabajo.
En cuanto a Sierra, su papel como comunicadora y su sensibilidad para captar las interacciones humanas aportan una dimensión adicional al proyecto. Sus habilidades lingüísticas han permitido a la pareja conectar con comunidades locales en los diferentes países que visitan, enriqueciendo enormemente su experiencia y la de su audiencia. La perspectiva femenina en un tipo de aventura tradicionalmente dominada por hombres también constituye un valor añadido que diferencia a Wild Earth Expedition de otros proyectos similares.
El impacto de su trabajo trasciende lo meramente estético o documental. A través de charlas como la TEDx sobre la convivencia en espacios reducidos, Rubén y Sierra comparten aprendizajes que pueden aplicarse a muchos ámbitos de la vida. Las lecciones sobre desapego material, comunicación efectiva, resolución de conflictos y adaptabilidad son universales, y resultan especialmente valiosas en un mundo que enfrenta desafíos sin precedentes que exigirán transformaciones profundas en nuestra forma de vivir y relacionarnos.
A medida que el número de seguidores de Wild Earth Expedition crece, también lo hace la responsabilidad de mantener la autenticidad del proyecto. El equilibrio entre compartir su experiencia y preservar la intimidad en un espacio ya de por sí reducido representa un desafío cotidiano. La monetización del contenido sin comprometer los valores que dieron origen al proyecto es otro de los aspectos que requieren una atención constante. Sin embargo, la libertad de decidir sus propios ritmos y prioridades compensa con creces estas dificultades.
La sustentabilidad a largo plazo de este estilo de vida es una pregunta que sobrevuela constantemente el proyecto. ¿Cuánto tiempo es posible mantener una existencia nómada sin echar de menos la estabilidad de un hogar fijo? ¿Cómo evolucionarán sus necesidades personales y profesionales con el paso de los años? Por ahora, la respuesta parece clara para ambos: «No tenemos billete de vuelta». La vida en la carretera les ha atrapado, y mientras sigan encontrando en ella más recompensas que sacrificios, su hogar seguirá siendo esa furgoneta de menos de seis metros cuadrados que les permite despertar cada día ante un nuevo horizonte.
El legado de Rubén Sánchez y Sierra Jacobs no está solo en las impresionantes fotografías que capturan o los documentales que producen, sino en demostrar con su ejemplo que existen alternativas viables a los estilos de vida convencionales. En un mundo donde el éxito suele medirse por la acumulación de posesiones materiales y el ascenso en escalafones profesionales predeterminados, ellos proponen una métrica diferente: la riqueza de experiencias, la conexión con la naturaleza y la libertad de definir el propio camino. Su aventura continúa, y con ella, la inspiración para quienes sueñan con romper moldes y explorar nuevos horizontes, tanto geográficos como vitales.
Referencias
Fernández, F. (2024). «Esta vida “pirata” te atrapa, no tenemos billete de vuelta». La Nueva Crónica. Una entrevista reveladora que profundiza en los aspectos económicos y prácticos de la vida nómada, destacando cómo este estilo de vida puede resultar más económico que el convencional.
Sánchez, R. (2023). ASÍ ES CONVIVIR EN PAREJA EN 6 METROS CUADRADOS. Vuelta al Mundo. Ruben Earth. Episodio documental que explora los desafíos y recompensas de la vida en espacios reducidos, con especial atención a la dinámica de pareja.
Sánchez, R. (2024). Rusia NO nos lo PONE FACIL. Intentamos llegar al monte más alto de Europa. Ruben Earth. Documental que muestra las dificultades imprevistas durante su viaje por Rusia, ilustrando cómo la adaptabilidad es esencial en este estilo de vida.
Sánchez, R. (2025). La luz de las montañas – Ruben Earth. Descripción del proyecto fotográfico realizado durante la pandemia en la montaña leonesa, que culminó en una exposición itinerante y muestra las raíces creativas del actual proyecto Wild Earth Expedition.
Sánchez, R., & Jacobs, S. (2024). El amor en 6 metros cuadrados. TEDx Talks. Una charla reveladora donde la pareja comparte sus estrategias para mantener una relación saludable en un espacio extremadamente reducido, ofreciendo lecciones aplicables a cualquier convivencia.
Wild Earth Expedition. (2025). WILD EARTH EXPEDITION – Ruben Earth. Una explicación detallada del proyecto, sus etapas y los viajeros que lo componen, ofreciendo una visión general de la filosofía detrás de esta aventura sin fecha de retorno.
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