Netflix, HBO, Sky, Disney+, Amazon, Rakuten, Filmin, Apple TV+, Guidedoc… la que prefiráis, estas van a ser las compañías que seran capaces de salvar a la humanidad de su propia autodestrucción.
La destrucción de la humanidad empezó un martes
La historia de la autodestruccíón de la humanidad comenzó el 1 de julio de 1941.
Ese día comenzó como un día normal, la gente se levantó, desayuno, fue a sus trabajos, la II Guerra Mundíal avanzaba en Europa y aún no había comenzado la parte más cruenta de la contienda, incluso parecía que podía haber una solución más o menos rápida al conflicto pese al avance del Tercer Reich en el frente sovietico.
En Estados Unidos se jugaba el partido de baseball entre los Brooklyn Dodgers y los Philadephia Phillies un encuentro que duro algo más de 3 horas al que asistieron en el campo unos 3300 espectadores y que aquel martes inclinó la victoria del lado de los de Philadelphia por 6 a 4.
Aparentemente todo normal…
Pues no, aquí comenzó la debacle mayor de toda la historia de la humanidad.
Ese martes en ese encuentro ocurrió el principio de fin.
La cadena de televisión WNBT emitió a las 13.29 el primer anuncio de televisión.
Fue un anuncio de apenas 10 segundos por el que la marca de relojes Bulova pago 9 dólares.
Y ahí comenzó el principio del fin
De pronto los publicistas a comprendieron la importancia de la televisión como medio publicitario.
Cierto es que la publicidad llevaba mucho tiempo funcionando en otro tipo de medios, desde periódicos a salas de cine, desde vallas publicitarias a cuñas de radio, pero la televisión… eso era otra cosa.
Para empezar era un medio visual como los anuncios de los periódicos o revistas.
En la radio la gente tenía que imaginarse lo que el anunciante promocionaba.
En las revistas no había movimiento y resultaba difícil por ejemplo hacer ver lo potente que era un coche.
En los cines se llegaba al público que iba a ver la película y muchas veces no era un publico muy objetivo.
Pero la televisión lo cambio todo.
Ahí se podía hacer todo junto, mostrar el producto en todo su esplendor. y llegar al publico objetivo deseado (ya hablaremos otro día si eso de la publicidad en internet).
Y sobre todo y más importante, llegaban a sus casas, mientras estaban descansando y viendo sus programas favoritos… en el momento en el que las personas tienes las defensas completamente bajas.
Y todo se volvió en nuestra contra
Desde ese momento, todo empezó a ir a peor.
Y no solo porque la II Guerra Mundial se convirtiese en la peor contienda conocida hasta ese momento, sino porque, a pesar de que la guerra terminó en 1945 lo peor estaba por llegar.
La humanidad no estaba preparada, ni lo está hoy en día, para el bombardeo de publicidad al que nos somete la televisión, en todo momento.
La sociedad se volvió consumista y no como temían los Estados Unidos que el mundo se volviese comunista.
Es posible que lo segundo hubiese sido algo mejor.
Al invadir nuestros hogares con millones de anuncios empezamos que querer cosas que en muchos casos no necesitábamos.
Coches, relojes, televisores, aparatos electrónicos, marcas de tabaco, ropa de todo tipo cada temporada, colonias de todos los olores posibles, y sobre todo veíamos un estilo de vida que solo existía en los anuncios.
Pero eso no fue lo peor
Los fabricantes de todo el mundo vieron en la televisión un mercado para explotar a los pobres incautos que estaban mirando la «caja tonta».
Y claro los fabricantes de comida no se iban a quedar atrás.
Pronto se dieron cuenta del enorme potencial que tenían en los anuncios televisivos.
Coca Cola, Pepsi, McDonalds, Kellogs, Donuts, Pizza Hut, Nestlé, Bimbo, Oreo, Burger King, Foster Hollywood… todos vieron el gigantesco pastel que tenían a su alcance.
Y eso llevó a que la gente se lanzase a una bacanal de comida basura que ha hecho que la población de personas obesas en el llamado primer mundo este en unos límites inimaginables.
Ese aumento de la obesidad ha llevado como consecuencia un aumento de los problemas médicos de la población.
Diabetes, cirrosis, enfermedades coronarias, problemas intestinales, fallos renales, accidentes cerebrales, problemas reproductivos…
Todos ellos son consecuencia en mayor o menor medida de los anuncios de comida en la televisión.
Van directos a tu cerebro
Son anuncios totalmente dirigidos a estimular en tu cerebro la necesidad de comer, desde una hamburguesa con todas sus grasas saturadas a todo tipo de refrescos completamente saturados de azúcar.
Los emiten justo en los intermedios de tus programas favoritos para que te levantes y vayas a buscarlos a la nevera, o que lo anotes en tu lista de la compra sino lo tienes.
Si estas viendo una película te bombardearán de media con al menos 10 anuncios de comida o bebida en sus pausas, en una pausas que en muchos casos tienen una duración de 5 a 7 minutos, tiempo más que suficiente para que puedas preparar la comida o ir a por el refresco que te anuncian.
Están hackeando tu cerebro.
Esto por no hablar de la «calidad» de los programas de televisión…
Nos están conduciendo directamente a la extinción.
Netflix nos salvará
O cualquier otra de las plataformas de streaming.
Desde la llegada de las plataformas de streaming se ha producido un fenómeno interesante, el descenso del consumo por publicidad televisada.
Al año se emiten más de 1 billón de anuncios televisivos en todo el mundo, de los cuales algo más de 30% son anuncios de alimentación.
Si eliminamos de la ecuación este bombardeo con las plataformas como Netflix y las demás resulta que tomamos decisiones basándonos en otras cosas.
Nuestra alimentación se ve modificada y alejada de la publicidad de la comida basura que nos invade a través de la tele.
De pronto podemos pensar por nosotros mismos lo que queremos comer sin demasiadas influencias externas.
Abandonar la comida basura y tener unos hábitos alimentarios más saludables.
A esto también contribuyen los múltiples documentales sobre comida y alimentación disponibles en estas plataformas de streaming.
Netflix y las demás nos pueden hacer entender que hay mejores maneras de comer y esto puede que haga que seamos mejores como humanidad alejándonos de las grasas saturadas, los excesos de azúcar y demás productos que acabarán con nosotros.
Total que aún es posible que lleguemos a la Enterprise.
Otra cosa es el exceso de sedentarismo que provoca Netflix y sus secuaces como consecuencia de las maratones de «pantalla» que nos podemos dar… pero eso es otra historia que dejamos para otro día.