La NASA descubre lo impensable: ¡Una base militar bajo el Polo Norte!

¿Alguna vez has pen­sa­do que el Polo Norte escon­día algo más que pin­güi­nos y osos pola­res? Pues agá­rra­te, por­que la NASA aca­ba de sol­tar una bom­ba infor­ma­ti­va que haría que has­ta el mis­mí­si­mo Papá Noel se que­da­ra boquia­bier­to. Resulta que a 30 metros bajo el hie­lo del Polo Norte se escon­de una base mili­tar gigan­tes­ca. Sí, has leí­do bien. Una base mili­tar. Gigantesca. Bajo el hie­lo. ¿Alucinante, ver­dad?

¿Quién diablos construye una base en el fin del mundo?

Imagínate la esce­na: un gru­po de cien­tí­fi­cos de la NASA, abri­ga­dos has­ta las cejas, pasean­do por el Polo Norte con sus apa­ra­te­jos de últi­ma gene­ra­ción. De repen­te, ¡bip, bip, bip! Las máqui­nas enlo­que­cen. «Houston, tene­mos un pro­ble­mi­ta», dice uno. «Hay algo enor­me ahí aba­jo, y no es un ice­berg».

Tras sema­nas de inves­ti­ga­ción, exca­va­cio­nes y segu­ra­men­te algún que otro res­ba­lón sobre el hie­lo, los cien­tí­fi­cos con­fir­man lo inima­gi­na­ble: una base mili­tar del tama­ño de una peque­ña ciu­dad, ocul­ta a 30 metros bajo la super­fi­cie. ¿Pero quién en su sano jui­cio cons­tru­ye una base mili­tar en un lugar don­de has­ta los pin­güi­nos lle­van bufan­da?

Teorías locas y no tan locas

Como era de espe­rar, las teo­rías no se han hecho espe­rar. Desde los clá­si­cos «son los alie­ní­ge­nas» has­ta los más sen­sa­tos «debe ser cosa de los rusos o los ame­ri­ca­nos», pasan­do por mi favo­ri­ta: «es el cuar­tel gene­ral secre­to de Papá Noel para orga­ni­zar el repar­to de rega­los». Sea como sea, una cosa está cla­ra: alguien se ha curra­do un escon­di­te de pelí­cu­la.

Lo que está cla­ro es que esta noti­cia ha pues­to patas arri­ba el pano­ra­ma geo­po­lí­ti­co mun­dial. ¿Os ima­gi­náis las con­ver­sa­cio­nes en la ONU? «Eh, tú, ¿has sido tú el gra­cio­so que ha plan­ta­do una base mili­tar bajo el Polo Norte?» «¿Yo? Qué va, habrá sido el de al lado». Mientras tan­to, en algún lugar del mun­do, un gru­po de inge­nie­ros mili­ta­res se están dan­do cabe­za­zos con­tra la pared por no haber ocul­ta­do mejor su «peque­ño» pro­yec­to.

En fin, que la pró­xi­ma vez que veáis un docu­men­tal sobre el Polo Norte, recor­dad que bajo esos sim­pá­ti­cos osos pola­res y ese hie­lo apa­ren­te­men­te infi­ni­to, podría haber todo un ejér­ci­to pre­pa­ra­do para… ¿para qué exac­ta­men­te? Eso ya es otra his­to­ria.