El Eternauta, del cómic a la serie, entre la nieve mortal y la resistencia (contiene spoilers)

La adap­ta­ción de «El Eternauta» a Netflix ha reavi­va­do el deba­te entre la fide­li­dad al cómic ori­gi­nal y las licen­cias crea­ti­vas de la serie. Con la con­fir­ma­ción de una segun­da tem­po­ra­da tras el éxi­to glo­bal de la pri­me­ra, el uni­ver­so de Juan Salvo se expan­de, pero no sin polé­mi­cas. Este artícu­lo explo­ra las trans­for­ma­cio­nes narra­ti­vas, des­de el cam­bio de nom­bre de los emble­má­ti­cos «cas­ca­ru­dos» a sim­ples «bichos» has­ta la intro­duc­ción del cliffhan­ger de «Los Manos», ana­li­zan­do cómo estas deci­sio­nes impac­tan en la esen­cia polí­ti­ca y sim­bó­li­ca de la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López.

La serie como proyecto multitemporal, más allá de la primera temporada

La reno­va­ción de «El Eternauta» para una segun­da tem­po­ra­da era inevi­ta­ble tras alcan­zar el top 3 glo­bal de Netflix y acu­mu­lar 58 millo­nes de horas vis­tas en su pri­me­ra sema­na. Sin embar­go, el final abier­to de la tem­po­ra­da 1 —con la apa­ri­ción de «Los Manos» y el giro trai­cio­ne­ro de per­so­na­jes cla­ve como Clara— ha divi­di­do a la audien­cia. Mientras algu­nos cele­bran la expan­sión del rela­to, otros cri­ti­can la dilu­ción de la estruc­tu­ra auto­con­clu­si­va del cómic ori­gi­nal, don­de la inva­sión alie­ní­ge­na se resol­vía en un solo arco. La serie, al optar por un for­ma­to seria­li­za­do, prio­ri­za el sus­pen­se tele­vi­si­vo sobre la inme­dia­tez meta­fó­ri­ca de la his­to­rie­ta, un ries­go que podría pagar caro si no pro­fun­di­za en los temas fun­da­cio­na­les de la obra.

El Cambio de «Cascarudos» a «Bichos»: ¿Simplificación o Pérdida Simbólica?

Uno de los deba­tes más inten­sos gira en torno a la deci­sión de renom­brar a los «cas­ca­ru­dos» —insec­tos gigan­tes con­tro­la­dos por los inva­so­res— como «bichos». En el cómic, el tér­mino «cas­ca­ru­do» no solo desig­na una espe­cie alie­ní­ge­na, sino que fun­cio­na como metá­fo­ra de la maqui­na­ria repre­si­va: seres sin volun­tad pro­pia, obe­dien­tes a una jerar­quía opre­so­ra Al redu­cir­los a «bichos», la serie pier­de esta capa de sig­ni­fi­ca­do, homo­ge­ni­zan­do su iden­ti­dad y des­co­nec­tán­do­los de su car­ga polí­ti­ca ori­gi­nal. Este cam­bio, apa­ren­te­men­te menor, refle­ja una ten­den­cia a sua­vi­zar el len­gua­je crí­ti­co de Oesterheld para adap­tar­lo a un públi­co glo­bal, sacri­fi­can­do mati­ces cla­ve de la crí­ti­ca social.

La elec­ción no es ino­cen­te: los «bichos» de la serie son pre­sen­ta­dos como ame­na­zas gené­ri­cas, mien­tras que en el cómic los cas­ca­ru­dos encar­na­ban la des­hu­ma­ni­za­ción de los cola­bo­ra­cio­nis­tas duran­te las dic­ta­du­ras. La tela­ra­ña que tejen en la adap­ta­ción —una adi­ción no pre­sen­te en el mate­rial ori­gi­nal— aun­que visual­men­te impac­tan­te, refuer­za su rol como mons­truos de acción, no como sím­bo­los de opre­sión sis­té­mi­ca. Esta sim­pli­fi­ca­ción narra­ti­va podría limi­tar la pro­fun­di­dad ale­gó­ri­ca que hizo de la his­to­rie­ta un refe­ren­te cul­tu­ral.

«Los Manos» y el cliffhanger, la nueva jerarquía de la invasión

El momen­to más dis­rup­ti­vo del final de la pri­me­ra tem­po­ra­da es la intro­duc­ción de «Los Manos», seres con dedos mul­ti­ples que con­tro­lan a los «bichos» des­de las som­bras. En el cómic, estos seres —subor­di­na­dos a una enti­dad supe­rior lla­ma­da «Los Ellos»— repre­sen­ta­ban la buro­cra­cia repre­si­va y la com­pli­ci­dad inter­na­cio­nal con las dic­ta­du­ras lati­no­ame­ri­ca­nas. La serie, sin embar­go, los retra­ta como estra­te­gas fríos, enfo­cán­do­se en su rol mili­tar más que en su sim­bo­lis­mo polí­ti­co. La deci­sión de cerrar la tem­po­ra­da con su apa­ri­ción en el Estadio Monumental, mien­tras Juan Salvo vis­lum­bra su cone­xión con el futu­ro, prio­ri­za el mis­te­rio sci-fi sobre la denun­cia social.

Este giro narra­ti­vo gene­ra expec­ta­ti­vas ambi­va­len­tes: por un lado, pro­me­te explo­rar la jerar­quía alie­ní­ge­na en pro­fun­di­dad; por otro, corre el ries­go de redu­cir la tra­ma a un enfren­ta­mien­to bina­rio entre huma­nos e inva­so­res, des­di­bu­jan­do las múl­ti­ples capas de opre­sión que Oesterhard entre­la­zó en la his­to­rie­ta. La segun­da tem­po­ra­da ten­drá el desa­fío de equi­li­brar el espec­tácu­lo visual con la recu­pe­ra­ción de estas metá­fo­ras, espe­cial­men­te con­si­de­ran­do que el pre­su­pues­to aumen­ta­rá a 20 millo­nes de dóla­res y se fil­ma­rán ocho epi­so­dios en lugar de seis.

Oesterheld y su fami­lia
Solano López

La persistencia del legado político en una serie global

A pesar de las licen­cias crea­ti­vas, la serie man­tie­ne vivo el núcleo temá­ti­co de resis­ten­cia colec­ti­va. La esce­na don­de Juan Salvo (Ricardo Darín) aren­ga a los sobre­vi­vien­tes en Campo de Mayo —«No somos héroes, somos tes­ti­gos»— encap­su­la la esen­cia del men­sa­je de Oesterheld: la lucha como acto de memo­ria y dig­ni­dad. Sin embar­go, la adap­ta­ción miti­ga el con­tex­to espe­cí­fi­co de la Argentina dic­ta­to­rial, tras­la­dan­do la acción al pre­sen­te y eli­mi­nan­do refe­ren­cias direc­tas a la mili­tan­cia de los auto­res.

Este equi­li­brio entre actua­li­za­ción y fide­li­dad se mani­fies­ta en la ban­da sono­ra: temas de Soda Stereo y Mercedes Sosa anclan la his­to­ria en la iden­ti­dad local, mien­tras los efec­tos de soni­do hiper­rea­lis­tas —como el cru­jir de los capa­ra­zo­nes de los «bichos»— bus­can conec­tar con una audien­cia inter­na­cio­nal. El desa­fío pen­dien­te es que estas elec­cio­nes téc­ni­cas no opa­quen el sus­tra­to ideo­ló­gi­co que con­vir­tió a «El Eternauta» en un sím­bo­lo de lucha con­tra la opre­sión.

El futuro de la adaptación, ¿hacia dónde navega El Eternauta?

La con­fir­ma­ción de una segun­da tem­po­ra­da obli­ga a replan­tear el artícu­lo ori­gi­nal, que asu­mía una estruc­tu­ra cerra­da. Ahora, el aná­li­sis debe anti­ci­par cómo la serie abor­da­rá ele­men­tos cla­ve del cómic aún no adap­ta­dos:

  1. Los Gurbos: Criaturas cie­gas y colo­sa­les que en la his­to­rie­ta repre­sen­ta­ban la bru­ta­li­dad irra­cio­nal de la repre­sión. Su inclu­sión podría enri­que­cer el bes­tia­rio alie­ní­ge­na y pro­fun­di­zar en la crí­ti­ca a la des­hu­ma­ni­za­ción.

  2. La Dimensión Temporal: En el cómic, Juan Salvo via­ja al futu­ro, encon­tran­do una Tierra devas­ta­da por la inva­sión. La serie ha insi­nua­do esta capa­ci­dad con sus visio­nes, pero aún no la explo­ra ple­na­men­te.

  3. Los Ellos: La enti­dad supre­ma que con­tro­la a «Los Manos». Su reve­la­ción podría rein­tro­du­cir la crí­ti­ca al poder invi­si­ble y las estruc­tu­ras neo­co­lo­nia­les, ausen­tes en la pri­me­ra tem­po­ra­da.

Bruno Stagnaro, direc­tor de la serie, ha seña­la­do que la segun­da tem­po­ra­da «inda­ga­rá en con­cep­tos de cien­cia fic­ción ape­nas esbo­za­dos». Este enfo­que sugie­re un giro hacia lo espec­ta­cu­lar, pero si logra inte­grar­lo con la car­ga polí­ti­ca ori­gi­nal, podría cerrar la bre­cha entre puris­tas y nue­vos fans.

Entre la fidelidad y la renovación

La adap­ta­ción de «El Eternauta» enfren­ta el dile­ma clá­si­co de las obras de cul­to: cómo moder­ni­zar sin trai­cio­nar. El cam­bio de «cas­ca­ru­dos» a «bichos» y el cliffhan­ger de «Los Manos» son sín­to­mas de una ten­sión crea­ti­va entre el acce­so glo­bal y la pro­fun­di­dad local. Mientras la serie se pre­pa­ra para su segun­da tem­po­ra­da —con fil­ma­ción en Buenos Aires y efec­tos lide­ra­dos por Pablo Helman—, el lega­do de Oesterheld y Solano López exi­ge que las metá­fo­ras polí­ti­cas no sean sacri­fi­ca­das en el altar del entre­te­ni­mien­to. La nie­ve mor­tal sigue cayen­do, pero su sig­ni­fi­ca­do debe per­ma­ne­cer intac­to: una adver­ten­cia con­tra el olvi­do y la com­pli­ci­dad.


Referencias

  • Oesterheld, H. G., & Solano López, F. (2015). El Eternauta. Fantagraphics Books.
  • Edición inte­gral en inglés de la his­to­rie­ta ori­gi­nal, con notas crí­ti­cas y con­tex­to his­tó­ri­co. Ganadora del Premio Eisner a mejor colec­ción de tiras de pren­sa.
  • Sasturain, J. (2016). El Eternauta: Una lec­tu­ra posi­ble. Ediciones Colihue.
  • Ensayo fun­da­men­tal sobre la his­to­rie­ta, su con­tex­to, sus inter­pre­ta­cio­nes polí­ti­cas y su vigen­cia cul­tu­ral.
  • Gago, M. (2017). Sesenta años de lec­tu­ras de Oesterheld. Editorial Sudamericana.
  • Análisis aca­dé­mi­co sobre la obra de Oesterheld, con espe­cial énfa­sis en las múl­ti­ples lec­tu­ras de «El Eternauta».
  • Repetto, I. (2025). La ban­da sono­ra de El Eternauta: la lis­ta de can­cio­nes que sue­nan en la serie del momen­to de Netflix. La Nación.
  • Artículo perio­dís­ti­co que deta­lla la músi­ca y las can­cio­nes pre­sen­tes en la serie, y su impor­tan­cia en la narra­ti­va audio­vi­sual.
  • Pol, I. (2025). El Eternauta y los esce­na­rios digi­ta­les que pare­cen reales. La Nación.
  • Reportaje sobre la pro­duc­ción téc­ni­ca y visual de la serie, con entre­vis­tas al equi­po y expli­ca­ción de las tec­no­lo­gías emplea­das.