Si algo se aprende en un periódico pequeño es que la rutina nunca existe. «The Paper», recién aterrizada en SkyShowtime, expande la fórmula del falso documental —ese estilo inconfundible que elevó «The Office» a fenómeno— y se instala en el Toledo Truth Teller, diario local donde redactores conviven con titulares imposibles, jefes demasiado humanos y todo tipo de microdilemas laborales. El ambiente, invadido de post-its, papeles arrugados y cafés recalentados, es más reconocible que nunca, pero la intención va mucho más allá de la nostalgia: aquí el guion se desliza entre el absurdo y la ternura, la crítica y el exceso burlón, regalando momentos genuinos que el público entre 16 y 80 años devora sin prejuicios. Domhnall Gleeson encarna a Ned Sampson, editor tan idealista como desastroso, dispuesto a salvar la cabecera aunque para ello recurra a estrategias absurdas, reuniones caóticas y una imaginación sin filtros. Chelsea Frei, Sabrina Impacciatore y Oscar Nuñez completan un reparto que no teme el ridículo, ni los diálogos incómodos ni los gestos inesperados. La ficción avanza apostando por la empatía y el humor negro, pero se cuida de no caer en el tópico ni en el homenaje vacío: cada episodio intenta dar una vuelta de tuerca, jugar con la expectativa de fracaso y volcarse en la emoción real que, a veces, solo la precariedad permite explorar.
Vida laboral, periodismo y segundas oportunidades en The Paper
Si «The Office» giraba en torno al absurdo empresarial, «The Paper» baila entre el caos digital, el romanticismo del oficio y el vértigo constante de la era viral. La cámara se cuela en los cubículos, recoge confidencias espontáneas (y disparates) y pone el foco en la cultura del error, donde el éxito parece accidental y el mayor aprendizaje es sobrevivir a otro día. Hay guiños directos al modelo clásico del periodismo —entre estanterías con litotipos antiguos y debates sobre ética profesional—, pero también una mirada contemporánea hacia la fragilidad de los medios y el desafío de hacer relevante lo irrelevante. Ned y Mare, pareja central, viven más desencuentros que flechazos. El romance nunca es facilón: ambas personalidades chocan, se esquivan, pero el ritmo y los diálogos evitan el recurso fácil al drama. Por el contrario, se multiplican los gags absurdos y los desenlaces sorprendentes, justo cuando todo parece perdido. Los secundarios alimentan el enredo: la redacción resulta tan caótica como acogedora, y el ideal periodístico resiste entre bromas, retos morales y obsoletos ordenadores. El trabajo, como en la vida real, es una sucesión de microfracasos y esfuerzos reconvertidos en segundas oportunidades, a veces con la única recompensa de una carcajada irrepetible.
¿Escribir (y sobrevivir) todavía importa?
«The Paper» no busca la perfección. Prefiere la honestidad de quienes creen en el periodismo cuando todo parece estar en contra. Greg Daniels recupera el formato mockumentary y la estructura coral para mostrar que, en el fondo, la verdad es un lujo y la convivencia un reto. La redacción, convertida en protagonista, rebosa detalles imprevisibles: desde portadas improvisadas con errores tipográficos, hasta discusiones sobre qué es noticia y qué solo merece olvido digital. Cada personaje expone su fragilidad y sentido del humor. Los episodios no concluyen con lecciones forzadas, sino que apuestan por la inercia y la improvisación. El público transita por esa frontera difusa entre la risa y el desencanto, encontrando cierta complicidad y reconocimiento en el reflejo del propio fracaso. El periodismo, lejos de ser idealizado, aparece como oficio que se reinventa día tras día, sobreviviendo a los caprichos de la viralidad y los errores inevitables. El resultado es una carta de amor a la autenticidad y a la capacidad humana de reírse incluso en el desastre.
Héroes con ganas de jugar: la tripulación se reinventa
La tercera temporada de «Star Trek: Strange New Worlds» comienza como un torpedo de fotones: la nave sacudida, el destino pendiendo de un hilo y la sensación de que cualquier cosa puede pasar. La Enterprise, que siempre fue símbolo de exploración y esperanza, ahora es también una caja de sorpresas para su tripulación. Si creías que conocías al capitán Pike tras dos temporadas, probablemente no esperabas verlo liderando la misión “Hegemonía Parte II” con un plan improvisado y la ayuda de viejos rivales, lanzando dardos irónicos sobre la diplomacia mientras las alarmas retumban. El propio Spock, habitualmente imperturbable, se permite aquí gestos humanos tan insospechados como recitar versos (“El Blues de las Campanas Nupciales” lo muestra más vulnerable y divertido que nunca), mientras Ortegas toma el mando y experimenta con su propio código de honor. La’an y Uhura se convierten en el motor emocional de varios episodios, revelando dimensiones propias y demostrando que un oficial de la Flota es mucho más que el puesto que ocupa. La temporada juega con la idea de que el verdadero riesgo no es tanto lo que espera al otro lado del sensor, sino despistarse ante la rutina y dejar de soñar en voz alta con lo imposible. El espectador veterano encuentra aquí homenajes directos a «La nueva generación» y la saga histórica, pero no faltan bromas internas y picoteos de sitcom que harían sonreír incluso a un tutor vulcano.
Las escenas grupales hierven de energía como nunca: hay peleas absurdas, fiestas irrepetibles y hasta un episodio donde la tripulación parece haberse transformado en vulcanos por causas tan extrañas como improbables. La nave en sí se transforma en un personaje protagonista, alternando entre el caos del combate y el humor inesperado de una noche de fiesta galáctica. La sensación es que nadie –ni guionistas ni personajes– teme equivocarse, porque la aventura aquí consiste en saltar más lejos y confiar en que alguien aterrizará de pie. Star Trek vuelve a sentirse imprevisible, pero no caprichosa; cada giro sirve para extraer algo genuinamente nuevo de una plantilla que, con menos valentía, ya sería solo pirotecnia espacial.
Los guionistas sueltan amarras: homenaje, parodia y riesgo
Es imposible no notar cómo esta temporada los guionistas han decidido soltarse el pelo y arriesgar a niveles insospechados. El ejemplo más radical llega con episodios experimentales que cruzan la comedia romántica y el misterio al estilo Agatha Christie, permitiendo que el tono cambie drásticamente incluso dentro del mismo capítulo. El episodio “Una hora de aventura espacial” juega con la metanarrativa, y “Cuatro vulcanos y medio” se atreve a explorar la identidad a través de un giro casi surrealista. El resultado puede desconcertar a quienes buscan homogeneidad, pero es difícil no reconocer una apuesta por rescatar el espíritu iconoclasta con el que nació la franquicia, modernizando los riesgos y asumiendo que hoy, la audiencia está tan hambrienta de sorpresa como lo estaba el público de los años sesenta. Hay quien ha criticado el descenso de la seriedad respecto a la segunda temporada o la profundidad del arco con Gorn, pero hasta las objeciones más vehementes reconocen el valor de una propuesta que evita el piloto automático y preferiría estrellarse antes de aburrir.
El homenaje a la era dorada de Gene Roddenberry es innegable: los autoconclusivos coquetean con el absurdo, el suspense y la reflexión filosófica sin remilgos. Y cuando toca zambullirse en géneros inexplorados –como el caso de “Lanzadera a Kenfori”, donde el suspense alienígena se cruza con una trama de terror biológico– lo hacen a fondo, sin complejos, asumiendo que parte de la diversión es precisamente salirse del carril y sorprendernos. El resto de la temporada alterna entre dilemas éticos, problemas personales y momentos para respirar, sin miedo a la disonancia tonal. Hay guiños que solo los trekkies de pura cepa captarán, pero la puerta está abierta para quienes se acercan al universo por primera vez.
Aventuras sin red: de la nostalgia al descubrimiento
Lo que distingue esta temporada es, precisamente, la capacidad para explorar moralmente la frontera entre tradición e invención, sin perder nunca el pulso emocional. El villano principal, los Gorn, sigue presente como amenaza latente, pero la serie utiliza sus ataques para disparar los conflictos internos y los dilemas de la tripulación. Al margen de la acción, hay espacio para la reflexión sobre el trauma, la resiliencia y la construcción del futuro desde la diversidad y el respeto a lo desconocido. Spock, enfrentado a su dualidad vulcano-humana, destila toda la alquimia emocional de la serie; Pike se ve obligado a elegir entre la seguridad de la flota y la lealtad a su círculo cercano en momentos clave, mientras nuevos personajes secundarios aportan colorido y dinamismo a la Enterprise.
El universo de la detección de mentiras tiene una nueva reina, y su nombre es Charlie Cale. La serie «Poker Face», creada por Rian Johnson, se ha convertido en uno de los fenómenos más adictivos de la plataforma SkyShowtime. Con Natasha Lyonne al frente del reparto, esta joya televisiva ha demostrado que el formato procedimental sigue vivo y coleando en plena era del streaming.
Un personaje que desentraña verdades
Charlie Cale es esa mujer que todos quisiéramos ser en secretos momentos de la vida cotidiana. Su superpoder es detectar mentiras al instante, una habilidad que la mete en líos constantes mientras recorre Estados Unidos en su Plymouth Barracuda. La primera temporada nos presentó este concepto brillante: cada episodio funciona como una historia cerrada, siguiendo la estructura «howcatchem» popularizada por la mítica «Colombo».
La serie arrancó en enero de 2023 con diez episodios que establecieron las reglas del juego. Charlie no es una detective profesional, sino una trabajadora de casino en fuga tras descubrir actividades criminales de su jefe. Esta premisa le permite moverse libremente por el territorio estadounidense, topándose con personajes pintorescos y crímenes imposibles de ignorar.
La segunda temporada llegó en mayo de 2025 con doce episodios que mantuvieron la esencia mientras añadían capas de complejidad. Los creadores decidieron darle un tono más ligero a esta nueva tanda, quizás conscientes de que el mundo necesitaba más humor y menos tensión. Charlie sigue siendo la misma mujer astuta, pero ahora se enfrenta a casos más diversos: desde ligas menores de béisbol hasta funerarias, pasando por granjas de caimanes.
El elenco de estrellas invitadas de la segunda temporada ha sido espectacular. Cynthia Erivo, quien también brilla en la película musical «Wicked», demostró su versatilidad interpretativa en el primer episodio. Giancarlo Esposito, conocido mundialmente por su Gustavo Fring en «Breaking Bad» y «Better Call Saul», aportó su intensidad característica al segundo capítulo. Katie Holmes también se sumó a esta temporada, demostrando que «Poker Face» atrae tanto a veteranos como a nuevos talentos.
Steve Buscemi apareció en varios episodios, aunque solo a través de su voz. Este actor, reconocido por su magistral interpretación de Nucky Thompson en «Boardwalk Empire», añadió su toque distintivo sin necesidad de aparecer físicamente. Su presencia vocal fue suficiente para recordarnos por qué sigue siendo uno de los actores más respetados de la industria.
Natasha Lyonne, una carrera construida desde la infancia
Antes de convertirse en la cazadora de mentirosos más carismática de la televisión, Natasha Lyonne ya había recorrido un largo camino desde su debut infantil. Su primera aparición televisiva fue a los siete años como Opal en «Pee-wee’s Playhouse» en 1986, una experiencia que marcó el inicio de una carrera extraordinaria. Posteriormente apareció sin acreditar en «Heartburn» (1986) y tuvo un papel secundario en «Dennis the Menace» (1993).
Su salto a papeles más maduros llegó cuando Woody Allen la descubrió para «Everyone Says I Love You» (1996), con apenas dieciséis años. Esta oportunidad abrió las puertas a una década dorada de cine independiente que incluiría títulos como «Slums of Beverly Hills» (1998) y «But I’m a Cheerleader» (1999). Sin embargo, fue su interpretación de Jessica en «American Pie» (1999) la que la catapultó al reconocimiento masivo, un personaje que repetiría en «American Pie 2» (2001) y «American Reunion» (2012).
Los años 2000 fueron una montaña rusa profesional y personal para Lyonne. Apareció en películas como «Detroit Rock City» (1999), «Kate & Leopold» (2001), «Party Monster» (2003) y «Blade: Trinity» (2004). Paralelamente, luchaba contra adicciones que casi terminan con su carrera. En 2005 fue hospitalizada por hepatitis C, una infección cardíaca y un pulmón colapsado, al tiempo que recibía tratamiento con metadona por su adicción a la heroína.
Su resurrección profesional llegó en 2013 con «Orange Is the New Black», donde interpretó a Nicky Nichols durante siete temporadas. Este papel le valió nominaciones al Emmy y dos premios del Sindicato de Actores al mejor reparto. La serie de Netflix no solo revitalizó su carrera, sino que la estableció como una fuerza creativa importante en la industria.
«Muñeca Rusa» (2019−2022) representó su consagración como creadora. Junto a Leslye Headland y Amy Poehler, desarrolló esta serie sobre Nadia, una mujer atrapada en bucles temporales en su cumpleaños número 36. La serie funcionaba como una versión contemporánea de «Atrapado en el tiempo», explorando traumas personales y adicciones con una mezcla perfecta de humor y profundidad emocional. Por este trabajo recibió nominaciones al Globo de Oro y al Emmy tanto como actriz como productora y guionista.
Entre medias, Lyonne ha demostrado ser una directora talentosa, dirigiendo episodios de «Orange Is the New Black», «Russian Doll», «Shrill» y «High Fidelity». En 2022 co-fundó junto a Bryn Mooser el estudio de inteligencia artificial Asteria, con el objetivo de crear largometrajes animados. Su debut como directora de largometrajes está programado para el futuro próximo.
El futuro promete más misterios
Las especulaciones sobre una tercera temporada están en el aire. Aunque Peacock no ha confirmado oficialmente la renovación, todo apunta hacia una continuación. El final de la segunda temporada dejó varios frentes abiertos, especialmente con la aparición de «la Iguana», una asesina profesional capaz de mentir sin que Charlie lo detecte.
El éxito tanto en crítica como en audiencia hace muy probable que veamos más aventuras de Charlie Cale. La serie se mantiene consistentemente en el top de SkyShowtime, ocupando el segundo puesto solo detrás de «Tierra de mafiosos». Los plazos de producción sugieren que una hipotética tercera temporada podría llegar a finales de 2026 o principios de 2027.
Rian Johnson y Natasha Lyonne han expresado interés en continuar la historia, aunque ambos tienen otros proyectos en marcha. Johnson está ocupado con la tercera película de la saga «Puñales por la espalda», mientras que Lyonne tiene varios proyectos cinematográficos pendientes, incluyendo su aparición en «Los 4 Fantásticos: Primeros pasos» (2025) como Rachel Rozman.
La fórmula de «Poker Face» parece inagotable. Cada episodio permite explorar nuevos escenarios, nuevos personajes y nuevos crímenes sin atarse a continuidades complejas. Esta flexibilidad narrativa es oro puro para una serie que depende tanto de las estrellas invitadas como de su protagonista principal.
El formato procedimental está viviendo un renacimiento inesperado gracias a series como esta. En una época dominada por temporadas largas y argumentos serializado, «Poker Face» demuestra que las historias autoconclusivas siguen teniendo su lugar en el panorama televisivo. Charlie Cale ha encontrado su hueco perfecto entre la nostalgia por el misterio clásico y las demandas del público contemporáneo.
La capacidad de la serie para atraer talento de primera línea episodio tras episodio habla del respeto que genera el proyecto en Hollywood. Actores consolidados como los mencionados no dudan en sumarse a una historia que, básicamente, les permite jugar durante una semana con un personaje completamente nuevo. La trayectoria de Lyonne, desde niña actriz hasta estrella y creadora, garantiza que Charlie Cale seguirá desentrañando mentiras con el mismo carisma que la ha caracterizado durante décadas.
«Poker Face» ha conseguido algo extraordinario: hacer que esperemos cada jueves con la emoción de descubrir qué nuevo misterio resolverá Charlie Cale. En un mundo saturado de opciones, eso no es poca cosa. La serie ha demostrado que, a veces, lo que necesitamos es simplemente pasar un buen rato con alguien que sabe distinguir la verdad de la mentira, aunque eso la meta en problemas constantemente.
Referencias
Johnson, R. (Creador). (2023−2025). Poker Face [Serie de televisión]. Peacock/SkyShowtime. Una serie procedimental moderna que recupera la estructura clásica del formato detectivesco con historias autoconclusivas y un protagonista carismático que ancla cada episodio.
Lyonne, N., Poehler, A. & Headland, L. (Creadoras). (2019−2022). Russian Doll [Serie de televisión]. Netflix. Serie innovadora sobre bucles temporales que estableció a Lyonne como una creadora televisiva de primer nivel, explorando temas de trauma personal y autodescubrimiento a través de una protagonista atrapada en la repetición de una noche fatal.
Winter, T. (Creador). (2010−2014). Boardwalk Empire [Serie de televisión]. HBO. Drama histórico protagonizado por Steve Buscemi que definió el estándar de las series de época en HBO, demostrando la versatilidad del actor en papeles dramáticos principales como el político corrupto Nucky Thompson.
Gilligan, V. & Gould, P. (Creadores). (2008−2022). Breaking Bad/Better Call Saul [Series de televisión]. AMC. Saga que consolidó a Giancarlo Esposito como uno de los antagonistas más memorables de la televisión moderna con su interpretación de Gustavo Fring, el meticuloso jefe del cártel chileno.
Jenji Kohan (Creadora). (2013−2019). Orange Is the New Black [Serie de televisión]. Netflix. Drama carcelario que marcó el resurgimiento profesional de Natasha Lyonne como Nicky Nichols, demostrando su capacidad para equilibrar humor y drama en un entorno complejo y diverso.
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