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Hay algo profundamente perturbador y a la vez magnético en ver a Pierce Brosnan ordenar asesinatos mientras degusta un exquisito vino tinto. La imagen del elegante James Bond que conocimos durante décadas se desvanece por completo cuando observamos a Conrad Harrigan disfrutar de una comida tranquila mientras Harry Da Souza resuelve problemas violentos en el sótano. Esta metamorfosis radical del actor irlandés constituye, sin duda, uno de los aspectos más fascinantes de «Tierra de mafiosos», la serie que ha conseguido reunir a tres pesos pesados del cine británico bajo la batuta de Guy Ritchie.
La propuesta de MobLand, como se conoce en inglés, llegó a SkyShowtime con una premisa aparentemente familiar: dos familias del crimen londinense, los Harrigan y los Stevenson, enfrentadas en una guerra que amenaza con destrozar imperios y vidas. Sin embargo, lo que realmente distingue a esta producción del resto del saturado género mafioso no es su originalidad argumental, sino la manera en que transforma a actores consagrados en villanos absolutamente creíbles y perturbadores.
Tom Hardy, en el papel del «arreglador» Harry Da Souza, funciona como el ancla emocional de una serie donde la moral brilla por su ausencia. Su interpretación del hombre que soluciona todos los problemas de la familia Harrigan con una mezcla de elegancia letal y frialdad calculada demuestra por qué sigue siendo uno de los actores más versátiles de su generación. Pero son Brosnan y Mirren quienes realmente roban el protagonismo interpretativo, convirtiéndose en una pareja de poder tan fascinante como terrorífica.

Cuando la realeza cinematográfica abraza la oscuridad
Helen Mirren interpreta a Maeve Harrigan con una intensidad que eriza la piel. La actriz, acostumbrada a encarnar figuras de autoridad respetable como la Reina Isabel II, se sumerge aquí en un personaje que es pura maldad refinada. Maeve no es simplemente la esposa del jefe mafioso; es la verdadera mente maestra detrás de las decisiones más crueles de la familia. Su Lady Macbeth sádica controla a Conrad con una sutileza que resulta aún más aterradora que la violencia explícita.
Los críticos han señalado que Mirren se divierte interpretando a esta matriarca criminal que saca cocaína del escote para celebrar que su nieto muestra tendencias psicópatas. Cada mirada entre ella y Brosnan contiene todo el veneno necesario para mantener el thriller en constante tensión. La química entre ambos actores, construida sobre décadas de experiencia interpretativa, se transforma aquí en algo siniestro y magnético que funciona incluso cuando el guión flaquea.
Pierce Brosnan, por su parte, abraza la locura de Conrad Harrigan con un entusiasmo que sorprende. El patriarca de los Harrigan es un hombre que ha perdido completamente la mesura y el autocontrol, alguien que mata a su mejor amigo sin evidencias sólidas simplemente por sospechas de traición. Brosnan abandona por completo su elegancia natural para mostrar a un mafioso volátil, impredecible y profundamente perturbado. Su Conrad es un hombre que, como él mismo admite, «puso mil hombres bajo tierra» para llegar al poder.
La transformación resulta tan convincente que algunos medios anglosajones llegaron a criticar su acento irlandés, aunque esto parece más un detalle técnico que un problema interpretativo real. Lo verdaderamente impactante es ver cómo Brosnan consigue que sintamos tanto fascinación como repulsión hacia un personaje que representa todo el mal del mundo del crimen organizado.

El desenlace que no convenció: cuando las expectativas superan la realidad
A pesar de las interpretaciones magistrales de su trío protagonista, «Tierra de mafiosos» tropezó estrepitosamente en su episodio final. El décimo capítulo, que debía cerrar una temporada llena de tensión y violencia escalada, dejó a muchos espectadores con una sensación de incompletitud que contrastaba dramáticamente con la calidad general de la serie.
Las críticas al final se centran principalmente en varios aspectos problemáticos del guión. La resolución del conflicto entre las familias Harrigan y Stevenson, que había sido construida cuidadosamente durante nueve episodios, se siente apresurada y poco satisfactoria. La muerte de Richie Stevenson, el antagonista principal interpretado por Geoff Bell, llega de manera demasiado directa para una serie que había destacado por sus giros narrativos inteligentes.
Pero lo que realmente molestó a la audiencia fue la escena final donde Jan, la esposa de Harry interpretada por Joanne Froggatt, apuñala accidentalmente a su marido. Los usuarios de Reddit calificaron este momento como «una locura de guión», señalando que la profundidad de la herida parecía demasiado seria para tratarse de un accidente. Esta resolución forzada contrasta brutalmente con la sofisticación narrativa que había caracterizado a episodios anteriores.
El episodio también deja demasiados cabos sueltos sin resolver. La situación de Conrad y Maeve en prisión, el futuro de Eddie Harrigan tras descubrir que no es hijo biológico de Kevin, y especialmente la amenaza que representa Cat McAllister quedan en el aire de manera poco satisfactoria. Para una serie que se había caracterizado por mantener un ritmo trepidante sin episodios de relleno, el final parece más un parche temporal que una conclusión orgánica.
La decepción resulta aún más pronunciada considerando que «Tierra de mafiosos» había logrado diferenciarse del saturado género de series mafiosas precisamente por su capacidad para evitar los clichés más obvios. Sin embargo, el episodio final recurre a soluciones narrativas que parecen sacadas de cualquier thriller genérico, traicionando la identidad que la serie había construido pacientemente.
A pesar de estos problemas, la renovación para una segunda temporada ofrece esperanza de que los guionistas puedan corregir estos fallos. La base interpretativa sigue siendo sólida, y el universo creado por Guy Ritchie mantiene su potencial para generar historias fascinantes. Brosnan y Mirren han demostrado que pueden sostener una serie únicamente con su presencia en pantalla, y Tom Hardy continúa siendo uno de los actores más fiables cuando se trata de papeles complejos.
«Tierra de mafiosos» funciona mejor cuando se centra en las dinámicas familiares disfuncionales y las relaciones de poder entre sus personajes principales. Las escenas entre Hardy y Mirren son «oro puro, llenas de subtexto y tensión», mientras que la transformación de Brosnan en un patriarca desquiciado aporta una frescura inesperada al género. Quizás la segunda temporada logre encontrar un equilibrio más satisfactorio entre estas fortalezas interpretativas y las exigencias narrativas de un desenlace apropiado.
Referencias
Bennett, R., & Butterworth, J. (Guionistas). (2025). MobLand. MTV Entertainment Studios. Serie televisiva que explora las dinámicas del crimen organizado londinense contemporáneo a través de conflictos familiares, destacando por las interpretaciones de Hardy, Brosnan y Mirren.
Ritchie, G. (Director). (2025). Tierra de mafiosos – Episodios 1–2. SkyShowtime. Los episodios iniciales dirigidos por Ritchie establecen el tono visual y narrativo de la serie, retomando elementos estilísticos característicos del director británico aplicados al formato televisivo seriado.
Hobby Consolas. (2025). Crítica de Tierra de Mafiosos: Hardy, Brosnan y Mirren hacen funcionar la serie sólo con cruzar miradas. Reseña que analiza las fortalezas interpretativas del trío protagonista y evalúa cómo sostienen la narrativa a través de su química en pantalla y presencia escénica.
Escribiendo Cine. (2025). Crítica de «Tierra de mafia»: Tom Hardy, Pierce Brosnan y Helen Mirren entre el crimen y la soberbia de Guy Ritchie. Análisis crítico que examina la transformación de actores establecidos en papeles de villanos, evaluando la efectividad de su alejamiento de roles previos.
Fotogramas. (2025). Pierce Brosnan, al mando de la mafia londinense: «Disfruto mucho de interpretar al malo». Entrevista donde el actor irlandés reflexiona sobre su proceso creativo para encarnar a Conrad Harrigan y su experiencia trabajando bajo la dirección de Guy Ritchie en formato televisivo.









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