Explorando el atlas del cerebro: una odisea en la mente

Explorando el atlas del cerebro humano: una odisea en la mente

El teji­do del cere­bro humano, cuan­do se obser­va por pri­me­ra vez bajo el micros­co­pio, se ase­me­ja a un labe­rin­to intrin­ca­do y con­fu­so. San­tia­go Ramón y Cajal, con­si­de­ra­do el padre de la neu­ro­cien­cia moder­na, lo com­pa­ró con aden­trar­se en un vas­to bos­que con cien mil millo­nes de árbo­les, don­de a dia­rio solo se vis­lum­bran frag­men­tos borro­sos de unos cuan­tos de estos árbo­les entre­la­za­dos. Lue­go, des­pués de años de estu­dio, se pre­ten­de ela­bo­rar una guía ilus­tra­da de este bos­que, como lo des­cri­ben los auto­res de The Beau­ti­ful Brain, un libro que rin­de home­na­je al tra­ba­jo de Ramón y Cajal.

Hoy en día, este bos­que empie­za a des­pe­jar­se, y lo que una vez pare­cía una tarea impo­si­ble comien­za a mate­ria­li­zar­se. En un con­jun­to de 21 nue­vos artícu­los publi­ca­dos en tres pres­ti­gio­sas revis­tas cien­tí­fi­cas, un equi­po de cien­tí­fi­cos ha pre­sen­ta­do un atlas de célu­las cere­bra­les a gran esca­la, abar­can­do tan­to cere­bros huma­nos como de pri­ma­tes no huma­nos. Este logro mar­ca un hito sig­ni­fi­ca­ti­vo en la Ini­cia­ti­va BRAIN, aus­pi­cia­da por los Ins­ti­tu­tos Nacio­na­les de Salud de EE. UU., que ha dedi­ca­do cin­co años de inves­ti­ga­ción a esta empre­sa. Este atlas es mucho más que un sim­ple mapa; repre­sen­ta el acce­so a un nue­vo mun­do de cono­ci­mien­to, per­mi­tien­do la obser­va­ción de cere­bros con una reso­lu­ción celu­lar nun­ca antes alcan­za­da.

El atlas cerebral en profundidad: ¿qué lo distingue?

Los atlas cere­bra­les son repre­sen­ta­cio­nes tri­di­men­sio­na­les de la estruc­tu­ra cere­bral. Aun­que exis­ten algu­nos atlas pre­vios, este nue­vo com­pen­dio de docu­men­tos ofre­ce una reso­lu­ción sin pre­ce­den­tes, abar­can­do todo el cere­bro humano y el de pri­ma­tes no huma­nos. El atlas del cere­bro humano pro­por­cio­na infor­ma­ción deta­lla­da sobre la ubi­ca­ción y la taxo­no­mía de más de 3,000 tipos celu­la­res en indi­vi­duos tan­to adul­tos como en desa­rro­llo. A pesar de que aún se tra­ta de un pri­mer borra­dor, se con­si­de­ra la des­crip­ción más com­ple­ta del cere­bro humano en este nivel, inclu­yen­do datos de regio­nes cere­bra­les que jamás se habían explo­ra­do.

Este logro es una par­te inte­gral de la Red de Cen­sos Celu­la­res de la Ini­cia­ti­va BRAIN, que se esta­ble­ció en 2017 con el pro­pó­si­to de crear un atlas com­ple­to en 3D de célu­las cere­bra­les de refe­ren­cia en rato­nes, un pro­yec­to que aún sigue en cur­so. Los resul­ta­dos pre­sen­ta­dos el 12 de octu­bre sur­gie­ron como par­te de un con­jun­to de estu­dios pilo­to para deter­mi­nar si los méto­dos exi­to­sos en rato­nes serían igual­men­te efi­ca­ces en cere­bros de mayor tama­ño. Las con­clu­sio­nes son cla­ras: los méto­dos fun­cio­na­ron extra­or­di­na­ria­men­te bien.

Los descubrimientos en los primeros estudios

El cere­bro humano, como era de espe­rar, se ha reve­la­do como un entra­ma­do extre­ma­da­men­te com­ple­jo. Has­ta la fecha, los inves­ti­ga­do­res han iden­ti­fi­ca­do más de 3,300 tipos dife­ren­tes de célu­las cere­bra­les. A medi­da que avan­ce la inves­ti­ga­ción y se mejo­re la reso­lu­ción, es pro­ba­ble que se des­cu­bran aún más tipos celu­la­res. Los esfuer­zos para con­fec­cio­nar un atlas del cere­bro de ratón, que se encuen­tra en una fase más avan­za­da, han iden­ti­fi­ca­do has­ta 5,000 tipos celu­la­res.

En medio de toda esta com­ple­ji­dad, exis­ten cier­tos patro­nes comu­nes. Por ejem­plo, se ha nota­do que muchas regio­nes com­par­ten tipos celu­la­res simi­la­res, aun­que en dife­ren­tes pro­por­cio­nes. Ade­más, ha resul­ta­do sor­pren­den­te des­cu­brir que la mayo­ría de la diver­si­dad celu­lar no resi­de en las regio­nes cere­bra­les más cono­ci­das y estu­dia­das, sino en las estruc­tu­ras cere­bra­les más anti­guas y pri­mi­ti­vas.

El proceso de creación del atlas

La cla­si­fi­ca­ción celu­lar en neu­ro­cien­cia se ha basa­do tra­di­cio­nal­men­te en la for­ma y la fun­ción. Algu­nas célu­las se des­cri­ben en fun­ción de su for­ma físi­ca, como los astro­ci­tos, que poseen una for­ma estre­lla­da, mien­tras que otras se agru­pan según su acti­vi­dad, como las inter­neu­ro­nas que trans­mi­ten impul­sos eléc­tri­cos rápi­dos. Sin embar­go, este nue­vo atlas cere­bral apro­ve­cha un con­jun­to de tec­no­lo­gías emer­gen­tes deri­va­das de la genó­mi­ca, espe­cial­men­te la téc­ni­ca de secuen­cia­ción uni­ce­lu­lar.

El pro­ce­so comien­za con la obten­ción de peque­ñas mues­tras de teji­do cere­bral con­ge­la­do pro­ve­nien­tes de ban­cos de teji­dos. Estos frag­men­tos se tri­tu­ran, y a con­ti­nua­ción, se extraen las secuen­cias de ADN de los núcleos de las célu­las para ana­li­zar los genes que se expre­san. Cada tipo de célu­la tie­ne un con­jun­to espe­cí­fi­co de genes que sue­len acti­var­se, lo que per­mi­te agru­par las célu­las de acuer­do a sus patro­nes de expre­sión géni­ca. Final­men­te, se inte­gran estos datos en imá­ge­nes del cere­bro del donan­te, lo que pro­por­cio­na la ubi­ca­ción espa­cial de esta infor­ma­ción fun­cio­nal.

Aplicaciones futuras de los atlas cerebrales

Los atlas de célu­las cere­bra­les tie­nen un poten­cial extra­or­di­na­rio para revo­lu­cio­nar nues­tra com­pren­sión de las enfer­me­da­des cere­bra­les. Un atlas de refe­ren­cia que des­cri­ba un cere­bro humano «nor­mal» pro­por­cio­na­rá una base sóli­da para la inves­ti­ga­ción de con­di­cio­nes como la depre­sión, la esqui­zo­fre­nia y muchas otras enfer­me­da­des neu­ro­ló­gi­cas. Tome­mos, por ejem­plo, el Alzhei­mer; los mis­mos méto­dos uti­li­za­dos para crear el atlas podrían emplear­se para carac­te­ri­zar los cere­bros de indi­vi­duos en dife­ren­tes eta­pas de dete­rio­ro cog­ni­ti­vo cau­sa­do por esta enfer­me­dad, per­mi­tien­do la com­pa­ra­ción con el atlas de refe­ren­cia. Estas inves­ti­ga­cio­nes podrían res­pon­der pre­gun­tas esen­cia­les, como si cier­tos tipos de célu­las cere­bra­les son vul­ne­ra­bles o cau­sa­les en estas enfer­me­da­des, des­vian­do la aten­ción de las pla­cas y ovi­llos carac­te­rís­ti­cos del Alzhei­mer hacia los tipos espe­cí­fi­cos de neu­ro­nas que son los ele­men­tos esen­cia­les del cir­cui­to y que se ven afec­ta­dos con con­se­cuen­cias fun­cio­na­les.

El próximo paso: más resolución

La siguien­te fase de la Ini­cia­ti­va BRAIN impli­ca mejo­rar la reso­lu­ción. «La meta es alcan­zar una cober­tu­ra inte­gral de cere­bros huma­nos y de pri­ma­tes no huma­nos a lo lar­go de su vida, tan­to en la eta­pa adul­ta como en el desa­rro­llo», expli­ca Ed Lein. Este ambi­cio­so pro­yec­to ya está en mar­cha bajo el nom­bre de la Red del Atlas Celu­lar de la Ini­cia­ti­va BRAIN. Este esfuer­zo de cin­co años cuen­ta con un pre­su­pues­to de 500 millo­nes de dóla­res y se enfo­ca en crear un atlas de refe­ren­cia com­ple­to de los tipos celu­la­res cere­bra­les en los cere­bros huma­nos a lo lar­go de toda la vida, ade­más de mapear las inter­ac­cio­nes celu­la­res sub­ya­cen­tes a una amplia gama de tras­tor­nos cere­bra­les.

Este nivel de deta­lle es algo que Ramón y Cajal no podría haber siquie­ra ima­gi­na­do en sus días. El pro­gre­so en la neu­ro­cien­cia con­ti­núa des­ve­lan­do los secre­tos del cere­bro humano y, con ello, abre la puer­ta a un futu­ro en el que la com­pren­sión de enfer­me­da­des neu­ro­ló­gi­cas y la mejo­ra de la salud cere­bral pue­dan ser una reali­dad.

El futuro

Este emo­cio­nan­te avan­ce en la neu­ro­cien­cia pro­me­te arro­jar luz sobre las com­ple­ji­da­des de la men­te huma­na de mane­ras que antes eran impen­sa­bles. A medi­da que los atlas cere­bra­les con­ti­núen desa­rro­llán­do­se y mejo­ran­do su reso­lu­ción, la espe­ran­za es que poda­mos abor­dar con mayor efi­ca­cia las enfer­me­da­des cere­bra­les y pro­por­cio­nar tra­ta­mien­tos más espe­cí­fi­cos y per­so­na­li­za­dos. El futu­ro de la neu­ro­cien­cia es emo­cio­nan­te, y cada des­cu­bri­mien­to nos acer­ca un poco más a des­en­tra­ñar los mis­te­rios del cere­bro humano y sus tras­tor­nos. Este es un avan­ce que impac­ta­rá no solo a la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca, sino a la socie­dad en su con­jun­to, ya que la salud cere­bral es un desa­fío glo­bal que afec­ta a millo­nes de per­so­nas en todo el mun­do. A medi­da que con­ti­nue­mos avan­zan­do en nues­tro enten­di­mien­to de este órgano asom­bro­so, el poten­cial para mejo­rar la cali­dad de vida de muchas per­so­nas se vuel­ve cada vez más tan­gi­ble. El pro­yec­to sigue en mar­cha, has­ta don­de lle­ga­re­mos en el cono­ci­mien­to de nues­tro cere­bro aún está lejos de saber­se…

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