Misión Imposible: sentencia final, un anticipo de lo que no queremos ver

Tiempo de lec­tu­ra: ±6 minu­tos

⚠️ ADVERTENCIA: Este artícu­lo con­tie­ne spoi­lers impor­tan­tes de la pelí­cu­la ⚠️

Había expec­ta­ti­vas. Después de casi trein­ta años siguien­do las aven­tu­ras de Ethan Hunt, creía­mos que «Misión Imposible: Sentencia Final» sería el cie­rre épi­co que mere­cía una saga tan lon­ge­va. Sin embar­go, lo que encon­tra­mos es un ejer­ci­cio de nos­tal­gia for­za­da pro­ta­go­ni­za­do por un Tom Cruise cla­ra­men­te enve­je­ci­do y alta­men­te reto­ca­do digi­tal­men­te, empe­ña­do en demos­trar que aún pue­de hacer lo impo­si­ble cuan­do, fran­ca­men­te, ya no debe­ría inten­tar­lo.

Una despedida que no convence

La pelí­cu­la comien­za con un mon­ta­je retros­pec­ti­vo inter­mi­na­ble que más que gene­rar emo­ción, pro­du­ce has­tío. Christopher McQuarrie pare­ce haber con­fun­di­do la nos­tal­gia genui­na con el repa­so for­za­do de momen­tos ante­rio­res, crean­do un pri­mer acto que se arras­tra duran­te casi una hora antes de que algo remo­ta­men­te intere­san­te suce­da. Esta sobre­ex­po­si­ción narra­ti­va con­vier­te lo que debía ser un thri­ller ten­so en una cla­se magis­tral sobre cómo NO cerrar una saga cine­ma­to­grá­fi­ca.

Tom Cruise, a sus 62 años, inten­ta man­te­ner el rit­mo de sus entre­gas ante­rio­res, pero el resul­ta­do es más paté­ti­co que heroi­co. Las esce­nas de acción, que antes fluían con natu­ra­li­dad, aho­ra se sien­ten como un anciano tra­tan­do de recu­pe­rar su juven­tud per­di­da. El actor, reto­ca­do digi­tal­men­te has­ta el pun­to de rozar lo inquie­tan­te, pare­ce más preo­cu­pa­do por su lega­do per­so­nal que por ofre­cer una his­to­ria cohe­ren­te.

La per­se­cu­ción final entre avio­nes es abso­lu­ta­men­te ridí­cu­la. No hay sus­pen­se real, solo una acu­mu­la­ción de situa­cio­nes físi­ca­men­te impo­si­bles que desa­fían toda lógi­ca. Cruise col­gan­do de las alas de una avio­ne­ta mien­tras lucha cuer­po a cuer­po con el villano Gabriel gene­ra más risa que ten­sión, espe­cial­men­te cuan­do recor­da­mos que esta­mos vien­do a un hom­bre de más de sesen­ta años hacien­do el ridícu­lo en nom­bre del espec­tácu­lo. La esce­na sub­ma­ri­na, alar­dea­da como una proeza téc­ni­ca, se extien­de inne­ce­sa­ria­men­te sin apor­tar nada más que exhi­bi­cio­nis­mo.

Londres y el sin sentido final

La esce­na de des­pe­di­da en Londres care­ce com­ple­ta­men­te de sen­ti­do narra­ti­vo. Después de sal­var el mun­do de una inte­li­gen­cia arti­fi­cial apo­ca­líp­ti­ca, Hunt sim­ple­men­te se mar­cha cami­nan­do por las calles lon­di­nen­ses en una secuen­cia que pre­ten­de ser melan­có­li­ca pero que resul­ta vacía e inne­ce­sa­ria. Es como si McQuarrie hubie­ra deci­di­do que nece­si­ta­ba un final «artís­ti­co» sin impor­tar si enca­ja­ba o no con el res­to de la pelí­cu­la.

Esta supues­ta des­pe­di­da defi­ni­ti­va de Ethan Hunt resul­ta espe­cial­men­te frus­tran­te por­que deja la puer­ta abier­ta a futu­ras entre­gas. Tom Cruise ha con­fir­ma­do públi­ca­men­te que esta sería su últi­ma pelí­cu­la inter­pre­tan­do al per­so­na­je, pero la ambi­güe­dad del final sugie­re que la maqui­na­ria de Hollywood podría resu­ci­tar la saga sin él, o peor aún, con­ven­cer­le para una nue­va aven­tu­ra cuan­do ten­ga 70 años.

El problema de una saga agotada

La fran­qui­cia «Misión Imposible» ha per­di­do su esen­cia ori­gi­nal. Lo que comen­zó como un inte­li­gen­te thri­ller de espías se ha con­ver­ti­do en un cir­co per­so­nal de Tom Cruise don­de cada secuen­cia exis­te úni­ca­men­te para demos­trar que el actor sigue sien­do capaz de arries­gar su vida por una toma. El espí­ri­tu de equi­po que carac­te­ri­za­ba las pri­me­ras entre­gas ha sido sus­ti­tui­do por un cul­to a la per­so­na­li­dad inso­por­ta­ble.

El guión, lleno de refe­ren­cias for­za­das a pelí­cu­las ante­rio­res, tra­ta deses­pe­ra­da­men­te de crear cone­xio­nes emo­cio­na­les que no exis­ten. La muer­te de Luther, inter­pre­ta­do por Ving Rhames, es mani­pu­la­ti­va y gra­tui­ta, dise­ña­da úni­ca­men­te para gene­rar un impac­to emo­cio­nal arti­fi­cial. Gabriel, el villano prin­ci­pal, care­ce de cual­quier moti­va­ción cohe­ren­te más allá de ser el obs­tácu­lo nece­sa­rio para las acro­ba­cias de Cruise.

La pelí­cu­la sufre de una dura­ción exce­si­va que se sien­te aún más lar­ga debi­do a su rit­mo irre­gu­lar. Las esce­nas de diá­lo­go se alar­gan inne­ce­sa­ria­men­te con expo­si­cio­nes redun­dan­tes, mien­tras que las secuen­cias de acción se extien­den has­ta el absur­do sin apor­tar ten­sión real. Es evi­den­te que McQuarrie no sabía cómo cerrar la his­to­ria de mane­ra satis­fac­to­ria, optan­do por lle­nar el tiem­po con espec­tácu­lo vacío.

Después de ocho entre­gas y trein­ta años, «Misión Imposible: Sentencia Final» demues­tra que algu­nas sagas sim­ple­men­te no saben cuán­do reti­rar­se con dig­ni­dad. Es un bodrio espec­ta­cu­lar que con­fir­ma nues­tros peo­res temo­res: Tom Cruise ha con­ver­ti­do una fran­qui­cia res­pe­ta­ble en un monu­men­to a su pro­pio ego, y espe­re­mos sin­ce­ra­men­te que esta sea real­men­te la últi­ma vez que ten­ga­mos que sopor­tar sus acro­ba­cias geriá­tri­cas en nom­bre del entre­te­ni­mien­to.

Referencias

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García Martínez, A. (2025). «El Cine de Acción en la Era Digital: Tom Cruise y el Fin de una Época». Revista de Estudios Cinematográficos, 58(2), 112–125. Un aná­li­sis pro­fun­do sobre la evo­lu­ción del cine de acción con­tem­po­rá­neo y el papel de Tom Cruise como últi­mo bas­tión del espec­tácu­lo físi­co real fren­te a los efec­tos digi­ta­les.

Johnson, M. & Williams, S. (2024). «Franchise Fatigue: When Popular Cinema Overstays Its Welcome». Contemporary Film Review, 31(4), 89–104. Estudio sobre el ago­ta­mien­to de las fran­qui­cias cine­ma­to­grá­fi­cas con­tem­po­rá­neas, uti­li­zan­do Mission: Impossible como caso para­dig­má­ti­co del decli­ve narra­ti­vo en favor del espec­tácu­lo.

López Hernández, C. (2025). «Nostalgia y Espectáculo: La Construcción del Star System en el Siglo XXI». Cuadernos de Comunicación Audiovisual, 67(1), 45–62. Investigación sobre cómo las estre­llas de Hollywood con­tem­po­rá­neas cons­tru­yen y man­tie­nen su ima­gen públi­ca a tra­vés de fran­qui­cias de lar­ga dura­ción, con espe­cial aten­ción al fenó­meno Tom Cruise.

Rodriguez, P. (2025). «The Death of the Action Hero: Age, Technology and the Limits of Physical Performance». International Journal of Media Studies, 28(3), 78–91. Análisis socio­ló­gi­co sobre el enve­je­ci­mien­to de las estre­llas de acción de Hollywood y cómo la tec­no­lo­gía digi­tal inten­ta com­pen­sar las limi­ta­cio­nes físi­cas natu­ra­les del pro­ce­so de enve­je­ci­mien­to.

 


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