«El código que valía millones»: La historia detrás de TerraVision y Google Earth

Introducción

En el uni­ver­so de las mini­se­ries basa­das en hechos reales, pocas con­si­guen cap­tar la com­ple­ja rela­ción entre inno­va­ción, poder y jus­ti­cia como «El códi­go que valía millo­nes» (títu­lo ori­gi­nal: «The Billion Dollar Code»). Esta pro­duc­ción ale­ma­na de 2021 narra la increí­ble his­to­ria de TerraVision, un soft­wa­re revo­lu­cio­na­rio desa­rro­lla­do en los años 90 que sen­tó las bases para lo que años des­pués se cono­ce­ría como Google Earth.

La serie no solo abor­da el pro­ce­so crea­ti­vo detrás de esta inno­va­ción, sino tam­bién la colo­sal bata­lla legal que sus crea­do­res, dos visio­na­rios ale­ma­nes, libra­ron con­tra Google por la supues­ta infrac­ción de su paten­te. ¿Puede un par de inge­nie­ros enfren­tar­se a un gigan­te tec­no­ló­gi­co y ganar? Esta es la his­to­ria de David con­tra Goliat en la era digi­tal.

TerraVision: el software que adelantó a su tiempo

A media­dos de los años 90, Berlín era un her­vi­de­ro de crea­ti­vi­dad digi­tal y expe­ri­men­ta­ción tec­no­ló­gi­ca. En ese con­tex­to, el artis­ta Carsten Schlüter y el pro­gra­ma­dor Juri Müller, con el apo­yo del gru­po ART+COM, desa­rro­lla­ron TerraVision, una apli­ca­ción pio­ne­ra que per­mi­tía a los usua­rios nave­gar por un mode­lo tri­di­men­sio­nal de la Tierra uti­li­zan­do imá­ge­nes sate­li­ta­les y datos geo­grá­fi­cos.

El con­cep­to de TerraVision no solo era inno­va­dor, sino que supu­so un hito en la visua­li­za­ción de infor­ma­ción geo­es­pa­cial. En 1994, el equi­po pre­sen­tó su tec­no­lo­gía en Silicon Valley duran­te una con­fe­ren­cia, don­de la demos­tra­ron fren­te a desa­rro­lla­do­res de la NASA y Google. En aquel enton­ces, inter­net ape­nas esta­ba en sus pri­me­ras eta­pas, y la capa­ci­dad de mani­pu­lar mapas en tiem­po real pare­cía casi cien­cia fic­ción.

Sin embar­go, lo que comen­zó como un logro téc­ni­co y artís­ti­co aca­bó con­vir­tién­do­se en un pro­ble­ma cuan­do, años des­pués, Google lan­zó Google Earth, un soft­wa­re con un fun­cio­na­mien­to sos­pe­cho­sa­men­te simi­lar al de TerraVision. Al inves­ti­gar, los crea­do­res des­cu­brie­ron que su tec­no­lo­gía había sido repli­ca­da sin nin­gún reco­no­ci­mien­to ni com­pen­sa­ción.

La batalla legal contra Google

Convencidos de que Google había infrin­gi­do la paten­te de TerraVision, los desa­rro­lla­do­res ini­cia­ron una deman­da legal en Estados Unidos. Aquí es don­de la his­to­ria de la mini­se­rie cobra fuer­za, ya que la narra­ti­va se divi­de en dos líneas tem­po­ra­les: por un lado, los años 90, cuan­do los pro­ta­go­nis­tas desa­rro­lla­ban su soft­wa­re; por otro, el pre­sen­te, don­de enfren­tan la titá­ni­ca tarea de pro­bar que Google usó su códi­go sin per­mi­so.

La serie mues­tra con gran deta­lle el pro­ce­so judi­cial, explo­ran­do los desa­fíos de enfren­tar­se a una cor­po­ra­ción con recur­sos prác­ti­ca­men­te ili­mi­ta­dos. Desde la difi­cul­tad de pre­sen­tar prue­bas con­clu­yen­tes has­ta las tác­ti­cas agre­si­vas de los abo­ga­dos de Google, «El códi­go que valía millo­nes» reve­la lo difí­cil que es bus­car jus­ti­cia en un mun­do don­de las ideas pue­den ser apro­pia­das por quie­nes tie­nen más poder.

Los actores, correctos y creíbles

• Leonard Scheicher inter­pre­ta al joven Carsten Schlüter, refle­jan­do su entu­sias­mo y la inge­nui­dad con la que com­par­te su inno­va­ción.

• Marius Ahrendt da vida a Juri Müller, el hac­ker visio­na­rio cuya pro­gra­ma­ción hizo posi­ble TerraVision.

• Mark Waschke y Mišel Matičević inter­pre­tan a las ver­sio­nes adul­tas de Carsten y Juri, res­pec­ti­va­men­te, mos­tran­do el des­gas­te emo­cio­nal y la lucha inter­na por recu­pe­rar el reco­no­ci­mien­to de su tra­ba­jo.

• Lavinia Wilson encar­na a la abo­ga­da Leona Hauswirth, pie­za cla­ve en la bata­lla legal con­tra Google.

Una serie bastante realista

La mini­se­rie ha sido elo­gia­da por su pre­ci­sión his­tó­ri­ca y su capa­ci­dad para huma­ni­zar una his­to­ria téc­ni­ca y jurí­di­ca, hacien­do acce­si­ble un tema com­ple­jo sin per­der su pro­fun­di­dad. La direc­ción de Robert Thalheim y el guion de Oliver Ziegenbalg equi­li­bran el dra­ma legal con momen­tos de cama­ra­de­ría y des­cu­bri­mien­to, crean­do una narra­ti­va atra­pan­te.

Uno de los aspec­tos más intere­san­tes es cómo retra­ta el mun­do de la tec­no­lo­gía en los años 90, con sus pri­me­ras incur­sio­nes en la reali­dad vir­tual y la visua­li­za­ción geo­es­pa­cial. La pro­duc­ción tam­bién des­ta­ca por su impe­ca­ble direc­ción de arte y cine­ma­to­gra­fía, trans­por­tan­do al espec­ta­dor tan­to al vibran­te Berlín de la pos­gue­rra fría como a las salas de jun­tas de Silicon Valley.

Sin embar­go, uno de los pun­tos que más con­tro­ver­sia ha gene­ra­do es la con­clu­sión del jui­cio, dejan­do abier­ta la refle­xión sobre la ver­da­de­ra equi­dad en el mun­do tec­no­ló­gi­co. ¿Realmente es posi­ble que los peque­ños inno­va­do­res sean reco­no­ci­dos cuan­do sus ideas caen en manos de gigan­tes como Google?

Merece la pena verla

«El códi­go que valía millo­nes» no es solo una his­to­ria sobre la crea­ción de Google Earth; es un tes­ti­mo­nio sobre la lucha de los inno­va­do­res fren­te a las gran­des cor­po­ra­cio­nes. A tra­vés de la mini­se­rie, el espec­ta­dor pue­de refle­xio­nar sobre el valor de las ideas, la impor­tan­cia del reco­no­ci­mien­to y las difi­cul­ta­des de hacer jus­ti­cia en la era digi­tal.

Para quie­nes dis­fru­tan de his­to­rias sobre tec­no­lo­gía, inno­va­ción y bata­llas judi­cia­les, esta mini­se­rie es una reco­men­da­ción impres­cin­di­ble.