El «Amen Break», el latido que revolucionó la música sin que nadie lo supiera

Tiempo de lec­tu­ra: ±12 minu­tos


En un rin­cón olvi­da­do de la his­to­ria musi­cal yace un solo de bate­ría de seis segun­dos que se con­vir­tió en el ADN de miles de can­cio­nes. Este frag­men­to, cono­ci­do como el Amen Break, no solo rede­fi­ne lo que sig­ni­fi­ca la crea­ti­vi­dad en la era digi­tal, sino que tam­bién expo­ne las para­do­jas de un sis­te­ma que vene­ra el arte pero olvi­da a sus crea­do­res. Desde el hip-hop calle­je­ro has­ta las pis­tas de bai­le elec­tró­ni­cas, este rit­mo ha sido pira­tea­do, glo­ri­fi­ca­do y miti­fi­ca­do, todo mien­tras su autor ori­gi­nal moría en el ano­ni­ma­to.

El origen, un accidente musical con sello gospel

Todo comen­zó en 1969, cuan­do The Winstons, una ban­da de soul lide­ra­da por Richard Lewis Spencer, gra­bó «Color Him Father», un tema que ganó un Grammy y ven­dió un millón de copias. Pero la his­to­ria no está del lado A del vini­lo, sino en la cara B: «Amen, Brother», una ver­sión funk de un himno gós­pel. A los 1:26 minu­tos, los ins­tru­men­tos callan y el bate­ris­ta Gregory Coleman eje­cu­ta un solo de cua­tro com­pa­ses. No era com­ple­jo —un redo­ble de sna­re, un gol­pe de kick—, pero su caden­cia orgá­ni­ca y la tex­tu­ra cru­da de la gra­ba­ción lo hicie­ron úni­co.

La ban­da, una mez­cla racial inusual para la épo­ca, se disol­vió en 1970 sin ima­gi­nar que aquel break sería su lega­do. Coleman, for­ma­do en la Iglesia Bautista, toca­ba con la inten­si­dad de quien vive la músi­ca, no la eje­cu­ta. Irónicamente, su con­tri­bu­ción más dura­de­ra fue un «relleno» com­pues­to en 20 minu­tos. Mientras «Color Him Father» sona­ba en la radio, «Amen, Brother» dor­mía en los archi­vos, has­ta que una déca­da des­pués, el DJ Breakbeat Lou lo res­ca­tó para su com­pi­la­ción Ultimate Breaks and Beats9.

La revolución, de Compton a las raves de Londres

En los años 80, el hip-hop des­cu­brió el poder del sam­pleo. Productores como Dr. Dre lo usa­ron en «Straight Outta Compton» de N.W.A., dis­tor­sio­nan­do el break para dar­le un aire ame­na­zan­te. Pero fue en el Reino Unido don­de el Amen Break mutó: los pro­duc­to­res de jun­gle y drum and bass lo ace­le­ra­ron a 160 BPM, lo cor­ta­ron en mil peda­zos y lo recons­tru­ye­ron con bajos sís­mi­cos. Artistas como Goldie en «Inner City Life» o LTJ Bukem lo con­vir­tie­ron en el cora­zón de un géne­ro que cele­bra­ba la velo­ci­dad y la rebe­lión.

¿Por qué este break y no otro? La res­pues­ta está en su fle­xi­bi­li­dad. Los seis segun­dos ori­gi­na­les —sin melo­días que inter­fi­rie­ran— eran un lien­zo en blan­co. Los transien­tes afi­la­dos del sna­re per­mi­tían apli­car efec­tos sin per­der cla­ri­dad, y la irre­gu­la­ri­dad rít­mi­ca (como el sna­re retra­sa­do en el ter­cer com­pás) daba un toque humano impo­si­ble de repli­car con máqui­nas. Desde Skrillex has­ta Tyler, the Creator, todos encon­tra­ron en él una base para expre­sar caos o belle­za.

Hoy el Amen Break tras­cien­de géne­ros: está en el pop melan­có­li­co de Lana Del Rey, en el metal indus­trial de Slipknot, e inclu­so en la ban­da sono­ra de Futurama. Es un fenó­meno glo­bal, pero tam­bién ínti­mo: en 2011, DJ Shadow con­fe­só que usó el break en 21 temas de su álbum Endtroducing… por­que era «como con­ver­sar con un vie­jo ami­go».

La deuda impagable, ética en la era del sampleo

La para­do­ja del Amen Break es que su éxi­to no bene­fi­ció a sus crea­do­res. The Winstons nun­ca reci­bie­ron rega­lías: los dere­chos de «Amen, Brother» per­te­ne­cían al sello Metromedia, y cuan­do Spencer supo del sam­pleo masi­vo en 1996, ya era tar­de para deman­dar. Coleman, por su par­te, murió en 2006 sin hogar y sin saber que su solo sona­ba en esta­dios y fes­ti­va­les. En 2015, DJs bri­tá­ni­cos recau­da­ron £24,000 para Spencer vía GoFundMe, un ges­to bien­in­ten­cio­na­do pero que evi­den­ció las grie­tas del sis­te­ma.

Este caso abre deba­tes incó­mo­dos: ¿es el sam­pleo un home­na­je o un roto? Cuando Bad Bunny usó un sam­ple sin licen­cia en «Safaera», Spotify lo reti­ró tem­po­ral­men­te, pero ¿cuán­tos artis­tas indie no tie­nen recur­sos para recla­mar? La ley de dere­chos de autor —dise­ña­da para un mun­do ana­ló­gi­co— lucha por seguir el rit­mo de la crea­ti­vi­dad digi­tal. Mientras, el Amen Break sigue vivo, sam­plea­do más de 5,000 veces según WhoSampled, un fan­tas­ma que repi­te su his­to­ria en cada nue­va can­ción.


Referencias

  • Spencer, R. L. (1969). Color Him Father [Grabación musi­cal]. Metromedia Records.
    El sen­ci­llo gana­dor del Grammy que escon­día el Amen Break en su cara B.
  • WhoSampled. (2020). Amen, Brotherhttps://www.whosampled.com
    Base de datos que ras­trea más de 5,000 usos del break.
  • Sopitas.com. (2025). La curio­sa y tris­te his­to­ria del sam­ple más usa­do.
    Reportaje deta­lla­do sobre el impac­to cul­tu­ral y las con­tro­ver­sias lega­les.
  • RTVE. (2020). The Winstons, “Amen, brother”https://www.rtve.es
    Análisis histórico-musical del tema y su lega­do.
  • Wikipedia. (2024). Amen Breakhttps://es.wikipedia.org
    Entrada enci­clo­pé­di­ca con datos téc­ni­cos y cro­no­lo­gía.

Röyksopp: De los bosques noruegos a la electricidad pura de «True Electric»

Röyksopp nun­ca ha sido un gru­po de seguir el manual. Desde sus ini­cios en la llu­vio­sa Bergen has­ta su últi­mo tra­ba­jo, «True Electric», el dúo norue­go ha demos­tra­do que la elec­tró­ni­ca pue­de ser cáli­da, expe­ri­men­tal y, sobre todo, impre­de­ci­ble. Svein Berge y Torbjørn Brundtland, los cere­bros tras este pro­yec­to, han sabi­do rein­ven­tar­se una y otra vez, dejan­do una hue­lla imbo­rra­ble en la músi­ca elec­tró­ni­ca mun­dial.

De la niebla noruega al estrellato global

La his­to­ria de Röyksopp arran­ca en 1998, cuan­do Svein y Torbjørn, ami­gos des­de la escue­la de músi­ca en Tromsø, deci­den unir fuer­zas tras una eta­pa en el gru­po Aedena Cycle. El nom­bre, una mez­cla de “røyk” (humo) y “sopp” (hon­go), hace refe­ren­cia al pecu­liar hon­go “pedo de lobo”, pero tam­bién encie­rra ese aire mis­te­rio­so y psi­co­dé­li­co que impreg­na su músi­ca. Sus pri­me­ras crea­cio­nes, como el EP “So Easy”, ya mos­tra­ban una incli­na­ción por los sin­te­ti­za­do­res ana­ló­gi­cos, los sam­plers y una bús­que­da cons­tan­te de nue­vas tex­tu­ras sono­ras.

El sal­to lle­gó en 2001 con «Melody A.M.», un álbum que los cata­pul­tó al éxi­to inter­na­cio­nal gra­cias a temas como “Eple”, “Poor Leno” y “Remind Me”. La mez­cla de down­tem­po, hou­se y ambient, com­bi­na­da con cola­bo­ra­cio­nes voca­les de Anneli Drecker y Erlend Øye, les abrió las puer­tas de la indus­tria y de las pis­tas de bai­le de medio mun­do. “Eple” lle­gó inclu­so a sonar en los orde­na­do­res de Apple como músi­ca de bien­ve­ni­da, y “Remind Me” se con­vir­tió en himno publi­ci­ta­rio en Reino Unido.

Pero Röyksopp nun­ca se que­dó quie­to. Con «The Understanding» (2005) die­ron un giro hacia soni­dos más pop y cola­bo­ra­cio­nes con artis­tas como Karin Dreijer Andersson (The Knife) y Anneli Drecker. “What Else Is There?” y “Only This Moment” mar­ca­ron una nue­va eta­pa, más acce­si­ble y emo­cio­nal, que con­so­li­dó su esta­tus de refe­ren­tes elec­tró­ni­cos.

Éxitos, evolución y la búsqueda de nuevos horizontes

A lo lar­go de más de dos déca­das, Röyksopp ha hecho de la expe­ri­men­ta­ción su ban­de­ra. Su dis­co­gra­fía es un via­je sin mapas: «Junior» (2009) apos­tó por la ener­gía y el pop elec­tró­ni­co con cola­bo­ra­cio­nes de Robyn, Lykke Li y Karin Dreijer Andersson; «Senior» (2010) fue todo lo con­tra­rio, un álbum ins­tru­men­tal, intros­pec­ti­vo y ambien­tal, per­fec­to para per­der­se en pai­sa­jes sono­ros bru­mo­sos.

En 2014, el EP «Do It Again» jun­to a Robyn y el álbum «The Inevitable End» mar­ca­ron un pun­to de infle­xión. El dúo anun­ció que sería su últi­mo álbum en for­ma­to tra­di­cio­nal, pero lejos de des­apa­re­cer, se embar­ca­ron en nue­vos pro­yec­tos audio­vi­sua­les y con­cep­tua­les, como la tri­lo­gía «Profound Mysteries» en 2022, don­de explo­ra­ron la rela­ción entre músi­ca, arte visual y narra­ti­va digi­tal.

Su músi­ca, siem­pre en evo­lu­ción, ha osci­la­do entre el hou­se, el drum and bass, el ambient y el synth­pop, con gui­ños a la músi­ca afro­ame­ri­ca­na y a la elec­tró­ni­ca más expe­ri­men­tal. La cla­ve: una obse­sión por los sin­te­ti­za­do­res clá­si­cos (Korg MS-20, Roland Juno-106) y una pre­fe­ren­cia por los soni­dos ana­ló­gi­cos, que les ha per­mi­ti­do man­te­ner una iden­ti­dad sono­ra reco­no­ci­ble y úni­ca.

Entre sus influen­cias, des­ta­can nom­bres como Kraftwerk, Brian Eno, Giorgio Moroder, Art of Noise, Vangelis, Erik Satie y Francis Lai. Pero tam­bién hay espa­cio para home­na­jes a la elec­tró­ni­ca de los 70, el prog rock de Pink Floyd y King Crimson, y la esce­na norue­ga de ban­das como Bel Canto y Biosphere.

«True Electric», el regreso a la pista y la esencia del directo

2025 ha traí­do con­si­go una nue­va eta­pa: «True Electric», un álbum que reco­ge la ener­gía de su gira en vivo de 2023 y que supo­ne un regre­so a sus raí­ces más elec­tró­ni­cas y orien­ta­das al club. Con 19 temas, el dis­co es una cele­bra­ción del lega­do de Röyksopp, con rein­ter­pre­ta­cio­nes de pie­zas de la tri­lo­gía «Profound Mysteries», nue­vas ver­sio­nes de clá­si­cos como “Do It Again” (con Robyn) y “Running To The Sea” (con Susanne Sundfør), y el iné­di­to “The R”, que pro­me­te sor­pren­der inclu­so a los fans más vete­ra­nos.

El ade­lan­to del álbum, una rein­ter­pre­ta­ción de “What Else Is There?” jun­to a Fever Ray, mues­tra a un dúo en ple­na for­ma, capaz de revi­ta­li­zar sus pro­pios clá­si­cos con una inten­si­dad y un pul­so reno­va­dos. El álbum, dis­po­ni­ble en pla­ta­for­mas digi­ta­les des­de el 11 de abril de 2025 y en edi­cio­nes físi­cas limi­ta­das a par­tir del 9 de mayo, inclu­ye un vini­lo tri­ple, un set de 2 CDs y mate­rial visual exclu­si­vo, todo pen­sa­do para cap­tu­rar la esen­cia ciné­ti­ca de sus shows en vivo.

La gira mun­dial aso­cia­da a «True Electric» ha aña­di­do nue­vas fechas en Estados Unidos y Reino Unido, con­fir­man­do que Röyksopp sigue sien­do una refe­ren­cia en el cir­cui­to inter­na­cio­nal de la elec­tró­ni­ca de van­guar­dia.

Influencias y legado, de Kraftwerk a la nueva generación

Röyksopp no solo ha bebi­do de los gran­des nom­bres de la elec­tró­ni­ca, sino que tam­bién ha deja­do su impron­ta en una nue­va gene­ra­ción de artis­tas. Su capa­ci­dad para mez­clar géne­ros, rein­ven­tar el for­ma­to álbum y apos­tar por cola­bo­ra­cio­nes voca­les ha ins­pi­ra­do a pro­duc­to­res y ban­das de todo el mun­do. Han sido deman­da­dos para remez­clar a Coldplay, The Streets, Beck o Felix Da Housecat, y su influen­cia se per­ci­be en la esce­na escan­di­na­va y más allá.

Su apues­ta por el direc­to, con pues­tas en esce­na visua­les y tra­jes excén­tri­cos, ha mar­ca­do ten­den­cia y ha ele­va­do el lis­tón de lo que pue­de ser un con­cier­to de elec­tró­ni­ca. No es raro ver a Berge tocan­do “Eple” con una cáp­su­la espa­cial en la cabe­za o a Brundtland rodea­do de sin­te­ti­za­do­res vin­ta­ge. Röyksopp ha demos­tra­do que la elec­tró­ni­ca pue­de ser espec­tácu­lo, pero tam­bién emo­ción y pro­fun­di­dad con­cep­tual.

Premios, reconocimientos y el futuro eléctrico

A lo lar­go de su carre­ra, Röyksopp ha sido nomi­na­do a dos pre­mios Grammy, ha gana­do sie­te Spellemannprisen (el equi­va­len­te norue­go de los Grammy), y ha con­se­gui­do varios núme­ros uno en Noruega y Reino Unido. Su lega­do se mide tan­to en cifras como en impac­to cul­tu­ral: han ven­di­do millo­nes de dis­cos, han sido refe­ren­tes en fes­ti­va­les y han cola­bo­ra­do con algu­nos de los nom­bres más impor­tan­tes de la músi­ca con­tem­po­rá­nea.

Con «True Electric», el dúo no solo cele­bra su pasa­do, sino que abre una nue­va eta­pa en la que la ener­gía del direc­to y la expe­ri­men­ta­ción sono­ra vuel­ven a estar en el cen­tro. Röyksopp sigue sien­do un ejem­plo de cómo la elec­tró­ni­ca pue­de rein­ven­tar­se sin per­der su esen­cia, y de cómo la músi­ca, como los hon­gos que les die­ron nom­bre, pue­de bro­tar en los luga­res más insos­pe­cha­dos.


Referencias

  • Berge, S., & Brundtland, T. (2025). True Electric [Álbum]. Röyksopp. Una obra que encap­su­la la ener­gía de sus direc­tos y su regre­so a las raí­ces elec­tró­ni­cas.

  • Wikipedia. (2024). Röyksopp. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%B6yksopp. Artículo deta­lla­do sobre la his­to­ria, dis­co­gra­fía e influen­cias del dúo norue­go.

  • Loudcave. (2025). Röyksopp: True Electric, una expe­rien­cia sono­ra en vivo en for­ma­to LP. Análisis del nue­vo álbum y su con­tex­to.

  • Turismonoruega.com. (2023). Descubre el éxi­to musi­cal de Röyksopp: una his­to­ria de inno­va­ción. Reseña sobre los orí­ge­nes y la evo­lu­ción del gru­po.

  • Indie Rocks! (2012). El reco­rri­do de Röyksopp. Artículo sobre las influen­cias y el impac­to cul­tu­ral de Röyksopp en la esce­na elec­tró­ni­ca inter­na­cio­nal.

Maria Callas: más allá del tiempo y la ópera

Introducción

Maria Callas, la diva de la ópe­ra del siglo XX, cum­pli­ría 100 años el 2 de diciem­bre. Su lega­do no solo resi­de en su pro­di­gio­sa voz, sino en la pro­fun­di­dad y reali­dad que otor­gó a sus inter­pre­ta­cio­nes ope­rís­ti­cas.

La Traviata: un instante de realismo

Su inter­pre­ta­ción de la ópe­ra «La Traviata» reve­la la maes­tría de Callas en deta­lles míni­mos. Un silen­cio antes de «pura» expre­sa la resig­na­ción de Violetta, sugi­rien­do que su feli­ci­dad es expen­da­ble si no es pura. Estos deta­lles cap­tu­ra­dos en gra­ba­cio­nes son tes­ta­men­to de su resis­ten­cia a miti­fi­car­se.

Maria Callas como Violeta en la ópera La Traviata

Callas en la actualidad

A pesar de su muer­te en 1977, la pre­sen­cia de Callas per­sis­te en remas­te­ri­za­cio­nes y repac­ka­gings de sus gra­ba­cio­nes. Su influen­cia se extien­de a la cul­tu­ra con­tem­po­rá­nea, des­de anun­cios de Apple has­ta futu­ras pro­duc­cio­nes cine­ma­to­grá­fi­cas y giras de holo­gra­mas.

El realismo de Callas

Las actua­cio­nes de Callas no eran sim­ples entre­te­ni­mien­tos; cada nota impor­ta­ba. Su expre­si­vi­dad vocal y pre­sen­cia mag­né­ti­ca ele­va­ban la ópe­ra a un arte ver­da­de­ra­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vo. Ejemplos como su inter­pre­ta­ción de «Tu che le vani­tà» de «Don Carlo» en 1962 resal­tan su gran­de­za y hones­ti­dad.

La reconstrucción de un mundo perdido

Callas no solo inter­pre­ta­ba, sino que recons­truía reper­to­rios olvi­da­dos, como obras de Donizetti, Bellini y Rossini. Abordaba pie­zas popu­la­res como si fue­ran nue­vas, devol­vien­do a la vida per­so­na­jes antes con­si­de­ra­dos sim­ples. Después de la Segunda Guerra Mundial, demos­tró que la rique­za cul­tu­ral de Europa podía sur­gir de la des­truc­ción.

Maria Callas y Onassis

La vida de Callas

Nacida en Nueva York de inmi­gran­tes grie­gos, Callas cre­ció en Grecia, don­de comen­zó su carre­ra. Sin un apren­di­za­je con­ven­cio­nal, asu­mió roles desa­fian­tes en su tem­pra­na juven­tud. Su vida per­so­nal, mar­ca­da por rela­cio­nes tumul­tuo­sas, con­tri­bu­yó a su ima­gen míti­ca.

Legado y preguntas perdurables

A pesar de su bre­ve carre­ra, Callas sigue sien­do la medi­da de muchos can­tan­tes ope­rís­ti­cos. Su lega­do plan­tea la pre­gun­ta per­sis­ten­te en el mun­do de la ópe­ra: ¿Hay vida des­pués de Callas? Su cen­te­na­rio la colo­ca como un faro de inte­gri­dad y pro­fun­di­dad artís­ti­ca en una cul­tu­ra que valo­ra cada vez menos esas cua­li­da­des.

En su cen­te­na­rio, Maria Callas sigue sien­do un ele­men­to fun­da­men­tal en la ópe­ra, una figu­ra inmor­tal que tras­cien­de el tiem­po y sigue influen­cian­do el arte líri­co.